Confianza

Carolina Dell´Oro

Hace tiempo ya que venimos escuchando malas noticias sobre la productividad en Chile. Y también vemos que hoy más que nunca, se están haciendo enormes esfuerzos para mejorar en este aspecto: discusión sobre la educación chilena, desarrollo de competencias y cursos de todo tipo. Pero los esfuerzos no parecen dar los frutos esperados.

Sin duda, es necesario buscar una formación adecuada para lograr el desarrollo de personas competentes, pero me parece aun más necesario desarrollar equipos colaborativos de alto desempeño, porque dada la complejidad de los desafíos que hoy enfrentan las organizaciones, no es posible abordarlos sólo desde una mirada individual y específica. El trabajo colaborativo ya no es un deseable, sino que ha pasado a ser la forma de trabajar hoy.

Pero para este trabajo colaborativo se requiere de un hábitat fundamental que es la confianza, esa cuerda que nos une y nos permite enfrentar los grandes desafíos de las organizaciones de hoy. Dentro de los principales bienes que entrega la confianza se encuentran:

Aumenta el compromiso: En primer lugar, la confianza estaría estrechamente vinculada con el compromiso. No importa cuántos incentivos se tenga, en una organización con baja confianza no es posible comprometer a las personas. Consecución de metas: Si los colaboradores de una organización no tienen confianza en sus líderes, no se adherirán a la estrategia de la organización. Por lo mismo, Stephen Covey propone que la tradicional ecuación de (Estrategia x Ejecución = Resultados) sea modificada y se le agregue el factor clave de la confianza: ((Estrategia x Ejecución) Confianza = Resultados)

Permite crear vínculos interpersonales: La confianza está en el corazón de las relaciones interpersonales y permite que exista cooperación, trabajo en equipo y capacidad de delegación. Sólo la confianza reduce la incertidumbre de trabajar con otros.

Es un motor para la innovación, el progreso y la creatividad: La confianza despierta en el otro la capacidad de asumir riesgos y de aportar desde sí mismos. Cuando se crea un clima de confianza, no hay miedo a experimentar ni necesidad de justificaciones, se pueden cometer errores y aprender de ellos y proponer ideas sin miedo a quedar en ridículo.

Permite ahorrarse costos de transacción en tiempo y dinero: Cuando existe confianza no se hacen necesarios los controles, las verificaciones, las revisiones y papeleos. La desconfianza, si está presente en una institución, desgasta y exige diversos esfuerzos para lograr una seguridad fundada en mecanismos alternativos. La confianza resulta mucho más eficaz que el poder, el dinero o la coacción.

Fomenta la transferencia del saber: La confianza fomenta especialmente la transferencia de conocimientos tácitos, en donde los colaboradores no se guardan los saberes para sí mismos por miedo a un juicio negativo si se los comunican a otros. Ello permite a la organización basarse en las experiencias del pasado y responder más rápidamente a los problemas, desarrollar nuevas ideas y evitar reinventar la rueda o repetir los errores del pasado (CYR y Choo, 2010).

Motiva a los colaboradores: Así como el control, la sospecha y la desconfianza desmotivan, la confianza permite de relaciones sanas y fluídas.

Da velocidad a la toma de decisiones: La velocidad se hace fundamental en un época marcada por una economía de la velocidad.

Vuelve exitosa la dirección: Cuando la dirección se sustenta en la confianza, entonces no genera parálisis, no genera temor, sino que genera aceptación de los nuevos desafíos, aceptación de los errores, aprendizaje organizacional.

Por esto, me pregunto, ¿no habrá llegado la hora de dar pasos en este país que nos lleven a gestar confianza y no sólo a aumentar la sospecha constante entre nosotros?