Chile: puerto libre

La eliminación de aranceles es la más importante política comercial del presidente Piñera.

La reforma tributaria del presidente Aylwin (1991) redujo unilateralmente de 15% a 11% el arancel general. El presidente Frei lo rebajó a 6% (1998 a 2003). Con esto y 23 TLC vigentes, la recaudación arancelaria bajó de 13% (1991) a 10% (1998), a menos de 1% hoy, y llegará a 0,3% aún sin esta media. La propuesta sólo acelera y ordena un proceso inevitable.

Los argumentos en contra tienen poco fundamento. Primero, el costo no es 
US$ 500 millones, el total recaudado hoy. La recaudación caerá por los TLC vigentes, llegando a US$ 150 millones, éste es el costo real. Segundo, es falso que la medida afecte principalmente a la PYME. Chile tiene TLC con países con abundante mano de obra barata. El grueso de lo recaudado por arancel general proviene de productos de difícil sustitución, no de manufacturas.

La medida no elimina la posibilidad de negociar TLC (ni lleva al desahucio de los vigentes). Los TLC dan certeza jurídica más allá de los aranceles. De lo contrario, por qué negociamos con Hong Kong o Singapur, y re-negociamos en el acuerdo transpacífico con ocho países con TLC vigentes, que tendrán arancel 0 en 2015.

Tres efectos positivos llegarían con esta política. Primero, Chile se ratificará como potencia exportadora, destino de inversión productiva y líder en competitividad entre los emergentes. Y el impacto será el que hemos visto en las últimas dos décadas: menos pobreza, desarrollo regional y creación de empleos. Segundo, se eliminará la desviación de comercio y el precio de insumos y productos importados caerá, los consumidores se beneficiarán y los productores serán más eficientes, en particular la PYME.

Tercero, el Estado reenfocará su gestión. Aduana reforzará el control de importaciones nocivas (drogas o falsificaciones), y la evasión por sub valoración. Con US$ 13.000 millones recaudados por IVA en la Aduana, un 1% de aumento en la recaudación por mejor fiscalización casi compensa el costo de la media. La Dirección de Relaciones Económicas, vocero en las negociaciones comerciales, redestinará su gestión a consolidar nuestra posición en mercados ya liberalizados y a promover la inversión en el país. Más gana Chile aprovechando los TLC con países que reciben el 25% de nuestras exportaciones, que negociando con quienes reciben el 0,3%.

El impacto de esta medida no puede ser subestimado. Mientras otros países refuerzan sus mecanismos de protección, que Chile demuestre una vez más su compromiso con el libre comercio no pasará desapercibido. En esta propuesta primó la visión integradora y de desarrollo exportador vigente en las últimas tres décadas. Eso es política pública bien concebida, con beneficios de largo plazo, y donde el aumento del bienestar más que compensa la pérdida fiscal.