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El miedo se hizo costumbre

Constanza Hube Abogada y profesora UC

Por: Constanza Hube | Publicado: Viernes 24 de noviembre de 2023 a las 04:00 hrs.
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Constanza Hube

El miedo se ha vuelto una costumbre en nuestro país. Los chilenos hemos sido forzados a cambiar nuestras vidas, adaptar nuestras rutinas, hábitos y decisiones por la insegu-ridad y el temor. Se naturalizaron los homicidios, los robos, el uso de armas de fuego y el narcotráfico, a los que se han ido sumando nuevos delitos como los secuestros y los sicariatos.

El diagnóstico es más que conocido: Chile vive la peor crisis de seguridad de su histo-ria. Frente a esto, ¿qué ha hecho el Gobierno? Poco y nada. Por el contrario, las actua-ciones del Ejecutivo han ido en el sentido contrario de lo que la ciudadanía espera y pide a gritos, que es más seguridad. Los discursos y declaraciones rimbombantes de poco sirven si los hechos van en la línea contraria. ¿Cuáles?

“Nos habituamos al temor a la delincuencia. ¿Se convertirá en una costumbre también el miedo a que las autoridades no se hagan cargo?”

(i) indulto a los delincuentes condenados por delitos del 18 de octubre; (ii) pago de pensiones de gracia a personas con antecedentes penales; (iii) veto al proyecto de ley de usurpaciones; (iv) declaraciones de la ministra Tohá distinguiendo entre tomas pa-cíficas y no pacíficas; (v) la irresponsable e imprudente declaración de la misma minis-tra a propósito del pago de rescate en el secuestro de un empresario de Rancagua; entre otros.

Con estos antecedentes que están a la vista, el problema es doble. Por un lado, el mie-do a sufrir un delito violento se ha vuelto costumbre, y por el otro y lo más complejo, es el miedo a que la institucionalidad encargada de esto no sólo no responda, sino que agudice el problema. ¿Se convertirá en una costumbre también el miedo a que las autoridades no se hagan cargo?

Un reciente estudio de la USS muestra que el miedo a la delincuencia ha impactado a las personas y su forma de vida y hábitos cotidianos. Cuatro de cada cinco personas afirman que hicieron cambios drásticos, tales como: evitar salir de noche (85,7%); ajustar horarios de salida (65,7%); modificar los lugares que frecuentaban (56,4%); y cambiar las rutas de traslado (55,5%). Por su parte, la encuesta de la Fundación Paz Ciudadana evidencia el más alto índice de temor medido históricamente (30,5% a ni-vel nacional dice sentirse atemorizado).

Lamentablemente, el Gobierno, su inmovilismo y la falta de voluntad por evidentes obsesiones ideológicas (mismas razones por las que cuando eran diputados votaban en contra de todos los proyectos que buscaban fortalecer a las policías y sancionar con más fuerza a los delincuentes) los están pagando los chilenos honestos, que viven día a día atemorizados y ven restringidas sus libertades, al estar obligados a cambiar sus hábitos cotidianos para evitar ser víctimas de algún hecho delictual.

La realidad es que sin seguridad no hay verdadera democracia, y no hay verdadera libertad. Al final del día los chilenos ceden sus libertades cuando evitan circular por ciertos lugares y a ciertas horas, y la democracia se debilita con cada centímetro que gana la delincuencia.

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