Empresarios y dirigentes sindicales: un diálogo posible
José Antonio Garcés: ¿Por qué encontramos que en muchas empresas el diálogo sindicato-alta dirección se hace difícil?
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¿Por qué encontramos que en muchas empresas el diálogo sindicato-alta dirección se hace difícil? ¿Por qué predomina la creencia que sus intereses son antagónicos? ¿Por qué encontramos tantos prejuicios de un lado hacia otro, entre personas que trabajan en un proyecto común? Creemos que esto se debe en gran parte a la falta de espacios para conocer la realidad del otro -de quienes trabajan en diversos niveles o áreas de una empresa-, la falta de comunicación y empatía. De este desconocimiento, emergen los prejuicios que sesgan y eso deriva en la desconfianza. Ad portas de una reforma laboral que nos ha tenido demasiado inmersos en sus propuestas técnicas, creemos conveniente levantar la mirada para descubrir un camino de acercamiento y de construcción de confianzas en las relaciones intraempresa. Las leyes y regulaciones no son las que determinarán el clima o la cultura de una organización. Tampoco lo determinará la existencia o no de sindicato. Lo fundamental para contar con relaciones laborales virtuosas es la historia que se construye en conjunto.
Creemos que una empresa es realmente una comunidad de personas que aúna talentos, conocimientos y voluntades en pro de un objetivo de bien común; como tal, debe ser vista en su conjunto, no separada en áreas que no conversan. Los colaboradores de todos los niveles de la empresa, así como los proveedores, accionistas, distribuidores, clientes, autoridades sectoriales, todos integran esta comunidad. Tomar en cuenta a las personas, sus circunstancias, su aporte único a la empresa, parece algo de perogrullo, pero no pocas veces, falla. La escucha falla, la empatía falla, y la comunicación se interrumpe, y reaccionamos cuando la crisis ya está encima. Esto desnivela el terreno para un diálogo sincero y eficaz.
Construir una cultura organizacional en la que predomine la confianza es algo que se debe trabajar día a día, promoviendo una comunicación fluida y transversal, con políticas claras, conocidas por todos, periódicamente evaluadas y corregidas. Requiere de un sincero conocimiento del otro, afinar la escucha, no levantar expectativas que no serán cumplidas, sino hacerse cargo de las necesidades que se descubran. La creación de valor y el desarrollo integral de las personas deben ir de la mano. Construir confianza toma tiempo y esfuerzo; sin embargo, cuesta muy poco quebrarla.
Parte de este trabajo conlleva, por una parte, la formación de los dirigentes sindicales en temas de gestión empresarial, de modo que pueda existir una comprensión de la situación real de la empresa y, por otra parte, la voluntad de la administración de redistribuir con justicia los beneficios que se consiguieron con el esfuerzo de todos cuando se superan las metas.
La primera responsabilidad social del dirigente de empresa es su responsabilidad moral sobre sus colaboradores, así como la primera responsabilidad social sindical es representar fielmente a los trabajadores, sin privilegiar grupos, sin exclusiones. Cuando todas las partes estén dispuestas a reconocer faltas u omisiones, hacerse cargo de corregirlas y a aportar al bien común con una mirada de largo plazo, contaremos con el piso nivelado para un diálogo sincero y fructífero.