Milei pierde su aura especial
JUAN IGNACIO BRITO Profesor Facultad de Comunicación e investigador del Centro Signos de la U. Andes
No deja de ser una paradoja sugerente que el Gobierno de Argentina haya recurrido a los tribunales para que estos impidan dar a conocer unos audios supuestamente grabados a la hermana del Presidente en la Casa Rosada. La censura previa dictada por un juez polémico no debería ser parte del repertorio de quienes se dicen libertarios ni menos aún de los que alguna vez sostuvieron que “la justicia es el último refugio de la casta”, cuya corrupción criticaron sin anestesia.
Ahora que las acusaciones de sobornos llegan al corazón de la administración Milei, el Gobierno parece haber cambiado de eslogan. De “¡Viva la libertad, carajo!” ha involucionado a “¡Viva la censura, carajo!”. Los escándalos tienen una utilidad: permiten descubrir de qué madera están hechos los liderazgos. No solo porque exponen aquellas conductas desagradables y ocultas que ellos se esfuerzan por ocultar detrás de una narrativa edulcorada, sino porque también revelan los instintos profundos que yacen bajo la máscara política. En este caso, lo que asoma es desesperación y una tendencia autoritaria. La realidad se sitúa lejos del personaje heroico y mesiánico que Milei ha querido presentar.
“Con la forma en que concentró poder, aislándose de otros asesores y alejándose del control externo, la corrupción era inevitable. La pregunta es si esta es la consecuencia o la causa de aquella insensata centralización de poder”.
Tiene razón Milei para estar preocupado. Las denuncias de sobornos que afectan a su hermanísima y al círculo cercano de esta hieren el pilar central del edificio sobre el cual se levanta el proyecto libertario. La regeneración moral y cultural ha sido la apuesta básica sobre la que descansan los otros dos objetivos: la recuperación económica y la construcción de un movimiento político que permita realizar las reformas y proyectarse en el poder. Son los tres vértices interdependientes del proyecto. Si falla uno, pueden caer los otros dos.
El caso audios (versión argentina) tiene el potencial para descarrilar el tren mileísta, porque implica una pérdida reputacional que amenaza con desestabilizar la economía y echar por tierra la posibilidad de un triunfo en las legislativas de octubre.
El dólar viene subiendo desde hace semanas y la incertidumbre lo está acercando al techo de la banda cambiaria fijada en abril, mientras el riesgo país se ubica en los niveles que registraba antes de que se liberara el cepo. En el ámbito electoral, el partido oficialista La Libertad Avanza (LLA) consiguió un humillante cuarto lugar en los comicios para gobernador en Corrientes y enfrenta un difícil desafío este domingo en la provincia de Buenos Aires. La prueba de fuego llegará en octubre. Para LLA es crucial obtener un triunfo que le permita aumentar su presencia legislativa, pues la que posee hoy a veces ni siquiera le alcanza para sostener los vetos presidenciales y le obliga a negociar intensamente.
Un Milei arrinconado descarta las acusaciones y asegura que “todo es mentira”. Pero, con la forma en que concentró poder en torno a él y su hermana, aislándose de otros asesores y alejándose de la posibilidad de control externo, la corrupción resultaba inevitable. La pregunta es si esta es la consecuencia o la causa de aquella insensata centralización de poder.
Ahora que la podredumbre ha saltado a la vista pública, el ambiente se ha deteriorado en torno al mandatario, en cuya administración cunden el desencanto y las rencillas. Arrastrado por el torbellino, Milei arriesga perder el aura especial que lo llevó a la Casa Rosada y transformarse en un ejemplar más de la desacreditada fauna política argentina.