Columnistas

La empresa en el banquillo

Hernán Cheyre V., Centro de Investigación Empresa y Sociedad (CIES), U. del Desarrollo

Por: Hernán Cheyre | Publicado: Jueves 6 de enero de 2022 a las 04:00 hrs.
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Hernán Cheyre

Los tiempos que está viviendo en Chile son de esos en la historia de los países en que el orden establecido es puesto en tela de juicio, y los espíritus refundacionales campean por doquier. La empresa privada no escapa a esta mirada crítica, y se cuestiona seriamente el rol que ha desempeñado como motor de progreso en la historia de Chile, así como el papel que debería jugar en el futuro.

La discusión que está teniendo lugar en el marco de la Convención Constitucional es clara muestra de que la mayoría de los representantes tiene una postura, en esta materia, radicalmente diferente a la que ha prevalecido durante las últimas décadas, y la elección de Gabriel Boric como Presidente de la República marca un claro punto de inflexión en la mirada acerca de la ruta que debe seguir el país para avanzar por una senda compatible con el desarrollo integral.

Si bien en el programa del Presidente electo hay claras señales que apuntan a "terminar con el modelo neoliberal" -más allá de gestos de "moderación" en la segunda vuelta-, no cabe duda de que en el ejercicio mismo de las labores de gobierno las nuevas autoridades se van a ver enfrentadas al muro de la realidad, con finanzas públicas debilitadas, con una economía "sobrecalentada" y con un bajo dinamismo en la inversión como consecuencia de la incertidumbre reinante, que obligarán a reevaluar el camino inicialmente diseñado.

Este contexto constituye una oportunidad inmejorable para que la empresa logre transmitir el rol clave que puede jugar como agente generador de empleos y de nuevos recursos fiscales, para que el Gobierno pueda atender de mejor forma las demandas que la ciudadanía le va a hacer, surgidas de las promesas de campaña. Pero este papel de "aliado" no debe entenderse como una táctica coyuntural para poner atajo a algunos de los cambios que están contenidos en el programa de gobierno, sino que como una forma de avanzar convenciendo al resto de la sociedad acerca del enorme potencial que tiene la empresa privada como factor de creación de riqueza, contribuyendo directamente a la solución de los principales problemas del país.

Para esto es importante que las empresas hagan oir su voz no solo a través de los gremios que las agrupan, sino especialmente al nivel de cada unidad productiva, otorgándole mayor visibilidad a lo que cada empresa realiza en beneficio de sus distintos stakeholders (clientes, trabajadores, proveedores, comunidades), así como su contribución al cuidado del medioambiente. Es mucho lo que se hace y poco lo que se conoce. En forma paulatina, los informes de sustentabilidad debieran pasar a tener mucha más relevancia que las tradicionales memorias corporativas.

Signo de los nuevos tiempos, qué duda cabe, pero plenamente compatible con el objetivo de largo plazo de las compañías, que no es otro que la maximización del valor generado. Esto supera la mirada más estrecha centrada en lograr maximizar las utilidades, pero no es incompatible con ella, por cuanto los accionistas verán aumentado su valor en la medida que todos los stakeholders se beneficien de lo que realizan sus empresas, único camino compatible con su sostenibilidad en el tiempo.

La solicitud por parte del mundo empresarial de estabilidad en las reglas del juego, así como de una carga tributaria y regulatoria razonable para poder desarrollar su labor de mejor forma, es legítima y necesaria. Y para avanzar por este camino no puede haber una desconexión con lo que la sociedad espera de las empresas.

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