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Columnistas

Mal balance, peor pronóstico

Rafael Ariztía

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 16 de diciembre de 2014 a las 05:00 hrs.

Rafael Ariztía

El 2014 fue un mal año para Chile, qué duda cabe. El crecimiento se estancó, se destruyeron empleos y se desplomó la inversión. Y, lo que es más grave, se ha enrarecido el ambiente de convivencia interna, golpeando seriamente las confianzas de los consumidores y de los inversionistas. Siendo diciembre un mes de balances y pronósticos, la pregunta de rigor es: ¿Qué nos ha traído hasta aquí y qué nos deparará el 2015?

Para responder lo primero, hay que partir por lo evidente. Las economías tienen ciclos naturales de expansión y enfriamiento, y los gobiernos pueden potenciarlos o disminuirlos, de acuerdo a las políticas que impulsen. Y así como el gobierno anterior logró potenciar y alargar la parte positiva del ciclo, gracias a una inyección de confianza y certidumbre, el actual gobierno ha logrado que lo que era una ajuste cíclico, se transformara en un frenazo de magnitudes difíciles de cuantificar, principalmente debido a una notable caída en las confianzas.

¿Pero más allá del ciclo, qué es lo que ha contaminado el ambiente en forma tan drástica? ¿Qué es lo que hace que un 67% de la población estime que el país está estancado o en decadencia, según nos mostró la última encuesta CEP?

En mi opinión, la respuesta es clara, y quedó perfectamente graficada en una palabra: Retroexcavadora. Cuando más del 70% de los chilenos nos señala en la misma encuesta CEP, que consideran que hoy tienen mejores condiciones de vida de la que tuvieron sus padres, es natural que se sientan intranquilos si el norte de un gobierno es transformar los cimientos que han permitido el avance de los últimos 30 años. Y qué decir si además lo hacen señalando que ya no es época para consensos.

Es el ánimo de retroexcavadora lo que tiene al país paralizado. Porque los chilenos anhelan cambios, pero se dan cuenta que es una falacia que sea necesario cambiar el rumbo del país para evitar una supuesta tensión social en el futuro. Así, el 2014 probablemente será recordado como el año de la retroexcavadora, no por ser prolífico en construcción, sino que porque se rompió la larga tradición de construir sobre los hombros de los predecesores.

¿Y cómo se asoma el 2015? El pronóstico para nuestro país no es bueno. La economía parte con las expectativas dañadas, y eso nos pone en un escenario poco auspicioso, porque nos impide aprovechar las oportunidades y puede potenciar los riesgos. Si bien el mundo crecerá más el próximo año que éste y la caída en el precio del petróleo nos dará un impulso, enfrentaremos tres grandes desafíos: alta volatilidad producto del cambio de política monetaria en Estados Unidos, caída en los precios de los commodities producto del fortalecimiento del dólar, y la forma en que China resuelva su dilema entre crecimiento y endeudamiento interno. Todo esto en un contexto local en que la baja en la inversión y el menor consumo del sector privado se empezará a reflejar con mayor crudeza en el empleo.

En un escenario así, la confianza interna es crucial para mantener la vista en alto, afirmar la inversión y mantener el empleo, y en ello el rol del gobierno como estabilizador de las expectativas es crucial. ¿Y qué señales nos envía? Para el 2015 se anuncian nuevas y más complejas reformas, partiendo por una discusión constitucional. La Presidenta fue honesta en Enade. Sin ánimo de agradar a la audiencia, dijo en simple que está dispuesta a pagar los costos y que seguirá adelante con su "programa" aunque signifique "asumir las inevitables divergencias" que ello genere. A buen entendedor, pocas palabras.

¿Podremos entonces esperar cambios importantes en el ambiente interno el próximo año? En mi opinión, lamentablemente es poco lo que se puede esperar. Podrían cambiar el gabinete entero, pero el tono lo pone la Presidenta, quien nuevamente nos ha confesado ex post que tiene muy buenas intuiciones, pero que para mala fortuna del país, no les hace caso.

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