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Un golpe de madurez para los proyectos mineros

Cristián Urzúa Ruiz Urzúa-Matute Abogados

Por: Cristián Urzúa Ruiz | Publicado: Viernes 24 de abril de 2020 a las 04:00 hrs.
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Cristián Urzúa Ruiz

No es un misterio que los proyectos mineros están enfrentando una realidad que ni en el peor de los escenarios pudo tenerse razonablemente a la vista a inicios de 2019. No es un buen momento. A inicios del año pasado, prácticamente todos los grandes actores de la minería ejecutaban varios proyectos (incluyendo tecnologías tales como accesos remotos y automatización, además de estándares tales como plantas desaladoras y uso de ERNC) y tenían otros tantos en cartera (incluso muchos ya en el SEIA).

Ese escenario ya no existe. ¿En qué estamos, hacia dónde vamos y hacia dónde podemos ir?

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Hay incertidumbre. En general, ella no aplica a los proyectos en curso y que ya están avanzados, en que los incentivos de mercado y costos ya incurridos los llevarán a ser terminados, sin perjuicio de la temporal suspensión de algunos de ellos por razones de la coyuntura. En general, no es económicamente razonable desestimar iniciativas que son casi realidad, a menos que el análisis de oferta/demanda permita concluir en otro sentido.

La incertidumbre es para los nuevos proyectos: muchos proyectos en etapa de prefactibilidad y factibilidad pasaron de ser la estrella naciente ante los directorios, a buenas ideas para las cuales habrá que esperar. No hay más opciones: la caja, la oferta y demanda, el precio oscilante del mineral, la reactivación, entre otros, hacen que eso sea lo más recomendable, siendo fríamente objetivos. Hay que pensar cómo modificar este escenario y volver, con los resguardos disponibles, a un camino de continuar avanzando en tierra derecha. No es fácil.

A ello se suma un elemento central que potenciará o ralentizará los proyectos: el escenario de disputas que está desarrollándose entre mandantes y contratistas. Es de por sí un ambiente conflictivo. Los estrechos márgenes, las ofertas temerarias o apretadísimas, la cultura de algunos mandantes de meter todo en “la suma alzada” y la de algunos contratistas de “reclamarlo todo”, son malos consejeros. No estamos para seguir profundizando las desconfianzas y continuar buscando ventajas cortas y pequeñas. El ambiente ya no lo resiste. Tiene que acabarse el oportunismo y deben motivarse recíprocamente las relaciones a largo plazo. La crisis no es para oportunistamente aprovecharla. Es para potenciar el mercado.

El camino parece ser enfrentar la crisis del modo más colaborativo posible entre mandantes y contratistas. Si no es así y, por el contrario, quien no tiene en verdad un derecho sólido somete de todos modos sus posturas a litigación oportunista por si “algo extra sale”, lo único que provocará es que, cuando los proyectos se reactiven, los contratos sean más duros, más extensos y los costos de transacción interminables, minando una vez más las confianzas en la industria y sepultando, en gran medida, los avances que, a la fecha, se han dado en búsqueda de la mejor finalización de los proyectos base de nuestra economía.

Es lo que Chile necesita.

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