¿En qué utilizan la mayor parte de su tiempo los CEOs? Esta podría ser la pregunta del millón de dólares y lo cierto es que éstos, mayoritariamente, utilizan su tiempo en largas reuniones o leyendo y respondiendo una interminable lista de e-mails que ni siquiera están dirigidos a ellos (el jefe va en copia).
Mientras tanto la organización espera y necesita que su líder sea alguien que tenga puesta la mirada por encima del día a día y tome decisiones con la perspectiva necesaria. Aquí radica el problema.
Por una parte, el quehacer inmediato, resta tiempo y espacio para la actitud reflexiva. El pensamiento reflexivo se caracteriza por ser lento y deliberativo y ocurre en momentos de ocio, tranquilidad e inacción. El estilo de vida actual y los espacios laborales están lejos de incentivar el cultivo del arte de la reflexión.
Y, por otro lado, hemos depositado una excesiva confianza en el pensamiento reactivo que es rápido e instintivo y, obviamente, útil y necesario desarrollarlo para cuando estamos en acción.
Lo anterior nos lleva al punto planteado, la rutina no está llevando a los CEOs a mantener un sano equilibrio entre estos dos necesarios tipos de pensamiento y el resto de la organización lo resiente.
Así es como son más exitosos quienes han logrado salvaguardar su tiempo de lectura o el desarrollo de proyectos personales, buscando nuevos estímulos y perspectivas. En estas personas se puede ver claramente cómo el pensamiento reflexivo mejora la toma de decisiones dándole una visión más integrada y coherente.
Un estudio de Harvard Business School 2015, dice que los CEOs pasan sólo el 15% de su tiempo solos. Por ejemplo, el CEO de LinkedIn reserva dos horas diarias para reflexionar o un día de la semana, porque pensar es lo único que no puedes subcontratar si eres líder.
Personas que nos hagan preguntas y nos cuestionen pueden ser eficientes para estimular nuestra reflexión y refinar nuestro pensamiento. Esto podría estar ocurriendo desde la escuela enseñando la capacidad de análisis, de síntesis y la opinión crítica frente a los contenidos a tratar en clases.
Porque deberíamos hacer discutir y reflexionar a los alumnos en clase, en lugar de darles sólo el conocimiento envasado. Los tiempos actuales nos desafían con una velocidad cada vez mayor y a los cambios vertiginosos que traerá el futuro. La herramienta clave que nos permitirá adaptarnos, más que cualquier CV o título técnico o profesional, será nuestra capacidad de pensar.
Por ello, llegarán a las posiciones de liderazgo, con éxito, quienes hayan desarrollado mejor ambos tipos de pensamiento.