El repunte del crecimiento en Estados Unidos, la mayor economía del mundo, ha inyectado nuevo optimismo sobre las autoridades e inversionistas globales de cara a 2015, pero la desaceleración de China, la segunda potencia del planeta, que ha frenado las expectativas desde 2013, seguirá siendo un factor de incertidumbre en el nuevo año que comienza.
Aunque la nueva meta de las autoridades de Beijing para la expansión del PIB en 2015 no se conocerá hasta marzo, ya quedó establecida en diciembre, y se cree que habría quedado fijada en 7%, por debajo de la meta anterior de 7,5%. Sin embargo, incluso este objetivo más modesto podría ser difícil de cumplir.
La sostenida acumulación de deuda interna, la ralentización de la inversión en activos fijos, la debilidad de las ventas de propiedades y el mediocre desempeño del sector manufacturero seguirán restando dinamismo al crecimiento.
Las autoridades intentan apuntalar el crecimiento flexibilizando la política monetaria para fortalecer la demanda interna. Aunque tenga éxito, este estrategia se basa menos en la demanda por materias primas, lo que no ayudará a las economías emergentes exportadoras de commodities, como Chile.