Morosidad: un problema que seguirá en alza

as cifras del mercado laboral son preocupantes y ni siquiera las cuantiosas políticas de ayuda del Gobierno —o el retiro adelantado de los fondos de pensiones— serán suficientes para sustituir las caídas de ingreso de los trabajadores y sus familias. En este contexto, el aumento de morosidad resulta casi inevitable, a pesar de las políticas de crédito que se han implementado, tanto por parte del Banco Central como del gobierno, a través de la CORFO, y ahora directamente a través de la Tesorería.

Es muy probable que en adelante sea necesario implementar nuevos programas de reprogramación y crédito, ya que siempre será un objetivo importante evitar problemas sistémicos en la banca. De hecho, el plan de reactivación del Gobierno contiene medidas en esta dirección, tanto desde el punto de vista de perfeccionar políticas ya en funcionamiento, como también fondos de reconversión para compañías pequeñas y apoyos a empresas estratégicas. No obstante, el endeudamiento fiscal y privado que dejará esta crisis será un problema generalizado en el mundo entero por varios años más. Sólo recuperando el crecimiento es posible salir de esa situación en el mediano plazo.

El cuadro que enfrentaremos en materia de reprogramaciones crediticias y apoyos estatales genera, sin embargo, un desafío importante. Los profundos cambios que estamos experimentando significan que muchos modelos de negocios dejarán de ser viables, y no es una buena política mantenerlos vivos en forma artificial. La crisis japonesa de inicios de los noventa mostró claramente los nocivos efectos de largo plazo de mantener empresas “zombies”, que sólo son viables con subsidios de créditos. Una política de este tipo termina dañando el crecimiento, ya que impide el proceso de destrucción creativa, que es la base de los aumentos de productividad.

Se trata, entonces, de lograr un complejo equilibrio en que evitar una crisis financiera no impida realizar los necesarios ajustes en las empresas productivas.