La diferencia que nos sostiene: cuando el esfuerzo ya no es suficiente
Por Maribel Villagra, jefa de proyectos Apcis SPA #SoyPromociona
Hay momentos en que una organización, un equipo o incluso un país entero se detiene sin aviso. No porque así lo haya decidido, sino porque algo irrumpe y obliga a mirar con crudeza quiénes somos, cómo actuamos y qué historias invisibles arrastramos. En ese silencio incómodo surge una pregunta ineludible: ¿qué vamos a hacer con lo que esto nos está mostrando?
Lo vivido -en lo emocional, estructural y laboral- puede transformarse en un punto de inflexión. Todo dependerá de la lectura que hagamos y, sobre todo, de las decisiones que seamos capaces de tomar a partir de ella.
Los aprendizajes no siempre llegan con estruendo. A veces se manifiestan en una alta rotación laboral, en tensiones generacionales que no sabemos gestionar, en brechas tecnológicas que excluyen o en comunicaciones que creemos efectivas, pero que no conectan. La diferencia no puede seguir tratándose como un eslogan inclusivo: debe asumirse como un activo estratégico.
En Chile, la rotación laboral alcanzó el 33,2% anual (INE; OIT). La participación femenina sigue siendo baja (46,4% frente al 65% de los hombres). Un 30% de los trabajadores declara haber vivido discriminación (buk.cl), el 88% percibe la discriminación por edad (trendtic.cl) y el 14% de la población ya supera los 65 años (El País).
No son solo cifras: son realidades que incomodan, que impactan la sostenibilidad de nuestras organizaciones y que requieren decisiones concretas.
Enfrentar la diferencia como un elemento que debe ser tolerado es un error frecuente y costoso. La diferencia bien gestionada -en edad, género, trayectoria, idioma, experiencia o visión- es una ventaja competitiva real. Pero gestionarla exige líderes que escuchen, que incomoden el statu quo y que dejen de mirar la diversidad solo como un ítem en la memoria anual.
¿Estamos preparados para sostener esta tensión de forma constructiva o la estamos dejando escalar hacia el desgaste, el conflicto o la desconexión? ¿Cómo se lidera hoy, cuando lo legal, lo laboral y lo humano convergen y exigen coherencia?
La diferencia verdadera no amenaza la cohesión: la potencia. Pero solo si se reconoce, se integra y se gestiona con intención. Porque cuando el esfuerzo ya no basta, es la diferencia la que nos puede sostener.