La paradoja del futuro: automatizamos todo… para sentirnos más humanos
Por Camila Valenzuela, subgerenta de sostenibilidad de Copec #SoyPromociona
En un mundo donde todo avanza a velocidad exponencial, enfrentamos una contradicción cada vez más evidente: mientras exigimos más humanidad en las experiencias, delegamos en la tecnología muchas de las funciones que construyen esa humanidad. ¿Estamos realmente resolviendo problemas, o creando otros más complejos?
La paradoja es fascinante. Por un lado, exigimos como ciudadanos y sobre todo como clientes experiencias personalizadas, humanas, auténticas. Queremos que las marcas nos hablen con cercanía, que los líderes escuchen, que los productos se sientan hechos a medida. Pero al mismo tiempo, buscamos automatizarlo todo: procesos, decisiones, contenidos y hasta relaciones.
La irrupción de la inteligencia artificial aceleró esta tensión. Hoy usamos ChatGPT para escribir correos más empáticos, algoritmos para optimizar conversaciones con clientes, y herramientas que “humanizan” la atención… sin humanos. Queremos que todo sea inmediato, eficiente y sin fricción. Pero también que sea íntimo, real y emocional.
¿Es posible tener ambas cosas? ¿O estamos delegando en la tecnología aquello que deberíamos reforzar como seres humanos?
La paradoja no es menor para las empresas y grandes organizaciones. Automatizar ya no es solo una cuestión de eficiencia operativa, sino de supervivencia. Pero en un mercado saturado de interacciones digitales, lo que realmente diferencia son los vínculos: la capacidad de generar confianza, de escuchar de verdad, de crear sentido y propósito.
Los líderes del futuro no serán los que mejor dominen la tecnología, sino los que sepan cuándo usarla y cuándo no. Porque si bien la IA puede ayudarnos a escalar, la empatía no se automatiza. La visión no se delega. Y la cultura no se programa.
La pregunta no es si debemos usar inteligencia artificial (claro que la respuesta es sí). La pregunta es: ¿al servicio de qué? ¿Queremos que nos libere para ser más humanos o que nos reemplace en lo esencial?
En un mundo donde todo se puede automatizar, lo verdaderamente escaso -y valioso- será nuevamente… lo realmente humano.