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Tasas de reemplazo

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Señor Director:

Un reciente estudio, relativo a las tasas de reemplazo del sistema de capitalización individual, sugiere erróneamente que las tasas de reemplazo conocidas hasta hoy subestiman el desempeño de ese sistema. Tal juicio se basa principalmente en dos aspectos metodológicos.

En primer lugar, buscando abarcar el historial completo de cotizaciones, utiliza los ingresos laborales desde 1981 en adelante, mientras que el estándar OECD aceptado universalmente considera sólo los datos de los últimos diez años.

Que la tasa de reemplazo calculada de esa manera resulte superior a la que se obtiene con el estándar OECD no es sorpresivo, pues los ingresos laborales de la etapa temprana suelen ser estadísticamente inferiores a los de la etapa madura, reflejados en los últimos diez años de vida laboral activa.

En segundo término, el estudio plantea el uso de los valores líquidos de salarios y de pensiones en lugar de los valores brutos, toda vez que tal cálculo elevaría la tasa de reemplazo. Ello es un falso dilema que se resuelve simplemente con el cálculo separado, para cada conjunto de datos, de las respectivas tasas de reemplazo para una correcta comparación. De hecho, la OECD publica tanto las tasas de reemplazo brutas como las netas de los distintos sistemas nacionales.

En síntesis, no es válido realizar comparaciones o evaluaciones a partir de fórmulas de cálculo distintas, como hace el estudio en comento, pues se corre el riesgo de llegar a conclusiones equivocadas.

Álvaro Gallegos

Integrante del Foro para un Desarrollo Justo y Sostenible, Exsuperintendente de pensiones

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