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Competitividad y desafíos en educación

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Chile retrocedió del puesto 31 al 33 en el Ranking de Competitividad Global 2012-2013, realizado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), dado a conocer recientemente. Este resultado viene a confirmar la caída en tres lugares en el ranking de competitividad desarrollado por el IMD de Suiza y dado a conocer en el mes de mayo. Con esta caída Chile, en ambos estudios, ocupa su posición más baja en la última década. De hecho, nuestro país tuvo su mejor desempeño en el ranking WEF 2004-2005 alcanzando el lugar 22, en ese mismo período Chile también alcanzó su mejor ubicación en el ranking IMD (lugar 19). Pese al deterioro en los resultados, Chile sigue siendo el líder en Latinoamérica, aún cuando las brechas entre las distintas economías de la región se han ido acortando.

Lo primero es comprender que los rankings de competitividad están basados en el desempeño relativo de cada economía, por lo que este resultado más que reflejar un retroceso de Chile implica que otros países están avanzando a un ritmo mayor que el nuestro. Por tanto, la pregunta que debiéramos plantearnos es ¿cuál es el área prioritaria en la que debemos avanzar para mejorar nuestra competitividad de largo plazo? A estas alturas la respuesta parece obvia y casi un lugar común: el mejoramiento de nuestro sistema educacional.

Si queremos aspirar a ser un país desarrollado, se debiera asegurar el acceso universal a una educación de calidad, con especial énfasis en los primeros años, de manera de formar ciudadanos con los conocimientos, habilidades y competencias que se requieren en la sociedad actual. Resulta insostenible que en el ítem Calidad de la Educación Primaria ocupemos el lugar 119 y que en Calidad de la Educación en Matemáticas y Ciencias el lugar 117 de los 144 países evaluados por el WEF.

Mejorar la calidad de la educación requiere, entre otras cosas, atraer a los mejores talentos a las Pedagogías, pues el techo de un sistema es la calidad de sus profesores. Se debe asegurar que tengan una formación exigente y actualizada, y que una vez titulados participen en procesos de evaluación y capacitación continuos, siguiendo el ejemplo de países líderes en esta materia como Finlandia. También es necesario aumentar el monto de la subvención por alumno, para poder ofrecer remuneraciones dignas y competitivas. Por último, se requiere mejorar la gestión de los establecimientos, particularmente los municipales, incorporando directores altamente calificados y motivados. Todo lo anterior, debiera permitir acercarnos a estándares internacionales de calidad. Además, el reducir las brechas entre los establecimientos municipales, subvencionados y particulares contribuye a reducir las profundas desigualdades en nuestra sociedad.

En esta línea, la discusión del presupuesto 2013 debe asegurar la mejor asignación de los nuevos recursos destinados a educación, de manera de lograr una verdadera transformación en el ámbito educacional que potencie nuestra competitividad.

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