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Luis Larraín

El mundo según Trump

LUIS LARRAÍN Libertad y Desarrollo

Por: Luis Larraín

Publicado: Martes 15 de abril de 2025 a las 04:03 hrs.

Luis Larraín

Luis Larraín

Trump tiene al mundo en ascuas con sus erráticas políticas sobre aranceles a las importaciones. Decisiones de consumo e inversión en distintas partes se postergan a la espera de mayor claridad sobre los efectos de las sucesivas medidas del Presidente de Estados Unidos. Millones han sufrido pérdidas patrimoniales como consecuencia de la caída de las bolsas en distintos mercados.

Más que anticipar lo que ocurrirá los próximos días, por ahora imposible, intentaré interpretar las razones de Trump para hacer lo que ha hecho y las falencias de su razonamiento a la luz de lo que enseña la economía.

“El populismo tiene altos costos para el mundo y para Estados Unidos, como lo están demostrando los hechos. Transformar el comercio internacional en un juego de suma negativa, como hace Trump, es un despropósito”.

Su anuncio de imponer “aranceles recíprocos” a países cuyo proteccionismo perjudica a EEUU tiene dos efectos directos que dañan la economía: aumento de precios e inflación y caída del Producto (menor PIB mundial y de EEUU en el rango de 1 a 2 puntos anuales, según distintos bancos de inversión) e, incluso, posibilidad de una recesión en ese país y en China por la ineficiencia y aumento de costos por los mayores impuestos a las importaciones.

Pero, adicionalmente, ha causado un efecto indirecto: gran incertidumbre, que se traduce en paralización de inversiones y caídas en el valor de los activos. Los efectos directos e indirectos recaen sobre el mundo y Estados Unidos.

¿Por qué Trump haría esto? La primera razón es una concepción de suma cero del comercio internacional. De acuerdo con la teoría económica, éste tiene suma positiva, vale decir dos países que intercambian bienes y servicios pueden verse ambos favorecidos. Trump parece creer que si uno gana, el otro pierde. Es cierto que aun con suma positiva ciertos sectores pueden perder (los trabajadores de la industria automotriz de Detroit, por ejemplo) y si son parte de la base electoral que se quiere favorecer alguien podría verse tentado a tomar estas medidas. Pero el populismo tiene altos costos para el mundo y para EEUU, como lo están demostrando los hechos. Transformar el comercio internacional en un juego de suma negativa, como hace Trump, es un despropósito.

Podría haber una segunda intención. La alta deuda de EEUU, alimentada por un déficit fiscal de 8% del PIB habría tentado a Trump a licuar esa deuda por la vía de una caída de las tasas de interés provocada por sus medidas. Sin embargo, ha sido tal la incertidumbre en los mercados que el dólar y las tasas de interés no han respondido a esa lógica. Si la idea era que los extranjeros pagaran una parte de los impuestos que necesita Trump para disminuir el déficit fiscal, los efectos colaterales del alza de aranceles sobre la actividad económica llevarán igualmente a una menor recaudación que anularía esa ganancia.

Es que el mundo según Trump no es el mundo real. Proteger sectores industriales tradicionales no tiene sentido cuando la fortaleza de EEUU está en la exportación de servicios y conocimiento de empresas globales como las siete magníficas que explican una parte sustancial del valor bursátil transado en Wall Street: Google, Apple, Meta, Amazon, Microsoft, Nvidia y Tesla. Trump no puede cambiar la economía mundial con una herramienta tan básica como los aranceles.

El mercado, la caída de Wall Street, ha obligado a Trump a pausar su aumento de aranceles por 90 días. Es de esperar que abandone su plan y se limite a lograr bajas en la protección de China y unos pocos países más, sin un descalabro de marca mayor.

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