Creer, crear… y conectar: el nuevo pacto del emprendimiento
GINA OCQUETEAU Empresaria
Hace muy poco tuve la oportunidad de leer el recién lanzado libro de mi querida amiga Alejandra Mustakis. En Yo creo. Creer, crear y emprender, ella propone una mirada innovadora sobre el emprendimiento en Chile, no solo desde su reconocida trayectoria, sino también desde las historias de decenas de emprendedores que han sido clave en la construcción del ecosistema local. Su relato no es puramente autobiográfico ni técnico: es una invitación a reflexionar sobre el sentido profundo de emprender en un país que tiene todo para florecer si se atreve a creer en su propio talento.
Una de las cosas más valiosas de este libro es que visibiliza el emprendimiento tal como es: desafiante, inspirador, lleno de aprendizajes… pero sobre todo, colectivo. Alejandra logra poner en el centro a un actor fundamental -el emprendedor-, pero no como figura aislada, sino como parte de una red en la que el Estado, las grandes empresas y la sociedad civil también cumplen un rol decisivo.
“Chile destaca a nivel internacional por su capacidad emprendedora, pero seguimos enfrentando el desafío de escalar y sostener esos proyectos. La clave no está en hacer más solos, sino en construir mejor juntos”.
Porque emprender, hoy más que nunca, es una obra conjunta. Es el resultado de alianzas inteligentes, colaboraciones estratégicas y una convicción compartida: que desde Chile se pueden impulsar soluciones concretas a los grandes desafíos del presente y del futuro como el cambio climático, la sostenibilidad, la transición energética, el cuidado de las personas y la seguridad alimentaria.
Y es ahí donde este libro logra algo fundamental: propone una nueva narrativa para el país. Una donde creer y crear no son verbos individuales, sino motores que pueden mover el ánimo colectivo y ayudarnos a salir del pesimismo. Los datos lo confirman: Chile destaca a nivel internacional por su capacidad emprendedora, pero seguimos enfrentando el desafío de escalar y sostener esos proyectos. La clave no está en hacer más solos, sino en construir mejor juntos. A largo plazo, los negocios más exitosos y sostenibles son aquellos que logran articularse dentro de entornos de interacción y colaboración constante, con actores que se abren a la innovación y comunidades que se empoderen.
Quienes hemos trabajado desde distintos ángulos del ecosistema sabemos que los mejores resultados surgen cuando se cruzan mundos diversos. Cuando el emprendimiento se conecta con la industria, la academia, las políticas públicas y la ciudadanía, se transforma en una fuerza real de cambio. La experiencia demuestra que cuando las personas se alinean en torno a objetivos comunes, las cosas funcionan de manera más eficiente. Por eso, el desarrollo económico y sustentable que anhelamos va a ocurrir cuando contemos con un ecosistema robusto.
Y hay algo más. Alejandra nos recuerda que el emprendimiento no es solo una forma de crear empresas. Es una actitud ante la vida. Una forma de mirar los problemas con posibilidad, de levantarse una y otra vez, de hacer camino cuando aún no existe. Esa resiliencia, esa manera de creer en lo que aún no se ve, es algo que Chile puede adoptar más allá del mundo emprendedor como una herramienta de futuro.
Si algo nos enseña este libro es que creer no es un gesto ingenuo ni voluntarista, es un compromiso activo con la creación de valor y el bienestar colectivo. Creer es el primer paso para crear. Alejandra lo dice claro: emprender es un acto de fe. Y esa fe, bien canalizada, puede convertirse en una poderosa hoja de ruta para el país que queremos construir.