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La sostenibilidad, nuestro desafío

Pía Ramírez Socia Plus Hunting consultores

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Pía Ramírez

Hoy día el tema de la sostenibilidad se ha instalado en la conversación pública. Rápidamente el concepto ha ampliado su significado y hablamos de sostenibilidad social y política cuando exigimos una convivencia armónica y de respeto con las distintas culturas del lugar donde vivimos o cuando advertimos la urgencia de descentralizar la toma de decisiones en el país.

En este sentido, el concepto de RSE también ha ido aportando su grano de arena en esta cuestión, instalando progresivamente la necesidad de considerar otras variables en la gestión de las compañías para obtener una positiva evaluación de sus pares como también de la comunidad. La evidencia internacional en relación a la necesidad de cumplir con estas prácticas es abrumadora. En Holanda, por ejemplo, la organización RobecoSam trabaja hace dos décadas exclusivamente en el desarrollo de inversiones sustentables y de indicadores para medir sus progresos. En conjunto con el Dow Jones ha dado origen al DJSI, la medición más reputada de sostenibilidad corporativa, utilizando, entre otros criterios, factores extra financieros que permiten a las compañías asegurar la creación de valor a largo plazo, reducir el riesgo reputacional y viabilizar la continuidad de su operación en el tiempo.

En esta línea, motivar a las empresas a realizar reportes de sustentabilidad constituye una tarea importante entendiendo que esta práctica ayuda a la transparencia de las empresas al identificar cómo se están haciendo las cosas. Trabajar entonces impulsando el máximo respeto del entorno resulta un estímulo y una razón decisiva para la implementación de nuevas soluciones que contribuyan a un desarrollo sustentable no solo para el medio ambiente y los recursos naturales sino también para las estructuras sociales y corporativas, con el consiguiente beneficio para las personas.

La "palanca de valor" en que se ha convertido la sostenibilidad nos ofrece una nueva oportunidad en lo laboral y también al interior de la familia. El cambio de mentalidad que se requiere estimular pasa necesariamente por modificar nuestra cultura organizacional, la educación escolar y universitaria como también la que se recibe en el hogar. Es en ellas donde los niños y jóvenes aprenden los valores y nociones básicas del respeto por los demás y por los recursos, donde se inculcan los deberes ciudadanos, las buenas costumbres, el compromiso y la solidaridad. Y en ello tenemos un rol trascendental porque disponemos del talento para percibir con claridad cuáles son los momentos apropiados para estos aprendizajes.

Considerando que no hay desarrollo sustentable sin el aporte de todos, la pluralidad de género en la toma de decisiones resulta un desafío incuestionable y urgente. En esta línea no es posible concebir, por ejemplo, que importantes instancias de decisión como son los gobiernos corporativos continúen hablando y decidiendo entre hombres aquellos que de una u otra forma nos compete a todos. Un buen avance en sostenibilidad sería aceptar que la diversidad debe estar presente cuando queremos identificar las necesidades de la comunidad interna de las compañías como también de la sociedad. El aporte que podemos hacer es más importante y trascendente que la incomodidad de aprender a tomar decisiones en conjunto, sobre todo cuando de ello depende disponer de empresas más saludables y sostenibles en el tiempo.

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