Columnistas

La transparencia y la pérdida de confianza

  • T+
  • T-

Compartir

Santiago es una de las ciudades más espectaculares del mundo, con una cordillera que la acompaña, protege y adorna magníficamente. Pero son pocos los días en que podemos disfrutarla en todo su esplendor. Lamentablemente el progreso, que no hemos sabido desarrollar bien, nos ha puesto una barrera entre los que vivimos en la ciudad y ese monumento natural. La contaminación no solamente nos impide muchas veces verla sino que también, nos hace olvidarnos de que esta allí, exigiéndonos verdaderos actos de fe para creer que sigue presente.

Pienso que si pudiéramos contemplarla habitualmente en todo su esplendor, ello se reflejaría en nuestro ánimo y en la forma de relacionarnos con los demás. Conocemos y amamos por los sentidos y, por ello, lo que nos rodea nos influye. Creo que los santiaguinos seríamos muy distintos si pudiéramos ver con toda transparencia las maravillas que nos rodean, sin las interferencias que hoy se interponen.

También mejoraría muchísimo nuestra calidad de vida, si pudiéramos disfrutar de nuestros barrios y conocer a nuestros vecinos. Por el contrario, nos rodeamos de muros que nos aíslan e incomunican con el resto de la sociedad. Hay buenas razones para justificar estas murallas, principalmente la inseguridad que nos hace volcarnos hacia adentro para protegernos del peligro, pero que nos limita en la relación con nuestro entorno.

Pero estos dos ejemplos de barreras, se ven también reflejados en la forma en que nos organizamos institucionalmente. Por ejemplo, en la administración pública el secretismo ha sido parte de nuestra cultura nacional. Los compartimentos estancos, el que un funcionario no sepa lo que está haciendo el del lado, incluso aunque pudieren evitarse duplicidad de trabajo y esfuerzos, la sensación de importancia de manejar información que otro no tiene, los celos funcionarios de resguardar un determinado conocimiento que igual se sabrá por otros medios; ha sido parte de una cultura que no se condice con el grado de democracia que nos vanagloriamos tener (y que no es ajena tampoco al actuar en el ámbito de los privados). 
La transparencia es uno de los mejores caminos para prevenir actos de corrupción, así como, la policía lo es para prevenir actos criminales. Constituye, un elemento esencial, para que como sociedad podamos construir confianzas entre todos y mejorar la forma de comunicarnos.

Desde el punto de vista cívico, acceder a información pública no solo le permite al ciudadano tomar mejores decisiones, sino que también controlar y disuadir a las autoridades para que no caigan en actuaciones arbitrarias o ilícitas empleando recursos que son de todos los chilenos.

Por esto mismo, es encomiable el avance logrado en la institucionalidad de la transparencia. El esfuerzo que se ha hecho no es menor y el cambio cultural ha sido gigantesco y de gran complejidad por lo que tenemos la obligación moral de seguir avanzando.

Nuestro desafío es no perder el foco, no retroceder lo que se ha andado con dificultad y por el contrario, continuar con este proceso de transparentar nuestras actuaciones. La transparencia es como la claridad, la luz que ilumina un cuarto oscuro y que permite ir construyendo la confianza entre unos y otros, ya que sin ella todo se torna opaco y turbio, lo que genera dudas y recelo. Lo anterior, sin olvidar que existe siempre, respecto de toda persona, un ámbito privado e íntimo protegido incluso constitucionalmente y por ello, inviolable.

Creo que uno de los caminos para restablecer la confianza entre los chilenos es la transparencia en el actuar y en el decir “que tu sí sea sí que tu no sea no”. Debemos dejar de lado la hipocresía de no llamar las cosas por su nombre, de querer quedar siempre bien con todos, el chilenismo “cumpli-miento”, cumplimos pero “hasta ahí no más”, cumplimos pero sólo en la forma, cumplimos pero engañándonos. Esta forma de comportarnos, genera desconfianza, la que lógicamente, agranda la distancia o separación entre el ciudadano común y sus autoridades o entre los mismos habitantes en su forma de comportarse en el ámbito privado. 
Por medio de la transparencia podemos limpiar, en parte, esa suciedad que enrarece la sociedad chilena, creando suspicacias entre unos y otros.

Lo más leído