Los nombramientos de Sebastián Piñera hasta el momento han sorprendido a todo el mundo. A diferencia de su primer gobierno, ahora parece haber tomado en cuenta seriamente su relación con los partidos de la coalición que lo apoyó; también ha mostrado una enorme cantidad de pragmatismo, buen juicio y sentido de urgencia, algo que sabemos no es una competencia que abundó en el equipo que acompañó a la Presidenta Bachelet en su segundo gobierno.
Esto se refleja en el número de ministros que se repiten en su gabinete en esta oportunidad; Felipe Larraín, Juan Andrés Fontaine, Andrés Chadwick, Cecilia Pérez, Roberto Ampuero y Alfredo Moreno. Todos ellos, compañeros de ruta del Presidente Piñera, que se ganaron su respeto y admiración por sus capacidades y competencias personales en su gestión anterior. En este contexto, me parecen muy notables, dos nombramientos; el de Alfredo Moreno en Desarrollo Social; y el de Susana Tonda, en el Servicio Nacional de Menores.
Susana Tonda tiene una potente trayectoria profesional (Bancard, Santander, Lan y Hogar de Cristo), siempre en posiciones de mucha responsabilidad, con una mirada subyacente fuertemente orientada a lo social. Los que han trabajado cerca de ella -colaboradores y pares- resaltan fuertemente su mirada estratégica, capacidad de ejecución, orientación al logro, resiliencia y un estilo de liderazgo, siempre anclado al respeto por las personas y la diversidad. Esto último, un elemento lamentablemente poco común en las “elites locales”.
El caso de Alfredo Moreno es distinto, pues trae otros ingredientes a la mesa. Su background profesional es largamente el de un emprendedor y hombre de negocios, con esporádicas posiciones ejecutivas a muy alto nivel, donde su principal rol siempre ha sido el de articular grandes y complejos acuerdos. Empresarios y colaboradores lo caracterizan como alguien poseedor de un gran sentido común, respetuoso, amable, pragmático, abierto al diálogo y buen negociador, y con una inmensa capacidad para “hacer que las cosas pasen”.
La escandalosa situación que enfrentan los menores que viven o asisten a los centros del Sename no puede esperar ni un día más. Estos niños viven expuestos a una realidad indigna e inhumana. Susana Tonda deberá navegar un difícil ambiente de gestión, en una organización politizada, carente de buenas prácticas, con recursos inadecuados y poco efectivas herramientas de control.
La erradicación de la pobreza y el blindaje a las personas o grupos más vulnerables, a partir de la movilidad e integración social, constituye el punto central de nuestro desarrollo hacia una sociedad más justa, libre y equitativa. Para avanzar firmemente hacia ese objetivo, Alfredo Moreno deberá sentar las bases de una gran alianza para el desarrollo social del país que involucre a públicos y privados, cubra la mayor parte del espectro político y se articule sobre soluciones verdaderamente innovadoras que desafíen el statu quo.
Susana Tonda y Alfredo Moreno tienen, por lejos, las misiones más complejas en este gobierno. El éxito de ambos en sus nuevas responsabilidades impactará, como pocas veces antes, la calidad y bienestar de nuestra sociedad.