La aprobación del Estudio de Impacto Ambiental de la Central Termoeléctrica Punta Alcalde, por decisión unánime del Comité de Ministros, es una gran noticia para Chile.
No parecen serios ni aceptables los rechazos de grupos ambientalistas como Greenpeace y Océano, que intentan desvirtuar esta decisión, que no sólo fue fundada, sino que estableció nuevas condiciones y exigencias que incluso mejorarán la situación actual en la zona, en materia de emisiones. El gran argumento de estos sectores es que no correspondería que una decisión de tipo técnica, como fue el rechazo del EIA de Punta Alcalde por parte de la Comisión de Evaluación Ambiental de Atacama, pueda ser revertida por un organismo político.
Tal argumento desconoce la institucionalidad vigente y se contrapone a lo reclamado por esas mismas instituciones, respecto de otros proyectos de centrales de generación eléctrica, como fueron Barrancones y Castilla, que sí tenían su evaluación ambiental aprobada por los organismos técnicos competentes, y que fueron dejados sin efecto, la primera por el presidente de la República y la segunda por un fallo de la Corte Suprema. En ambos casos, los criterios técnicos no fueron los que fundaron los rechazos.
La ciudadanía, en su gran mayoría, quiere y espera de nuestras autoridades que, junto con cuidar y fiscalizar el resguardo del medioambiente, tomen decisiones que permitan a Chile crecer, dar oportunidades, eliminar la pobreza y llegar a ser un país desarrollado. Para eso necesitamos energía eléctrica a precios competitivos, lo que significa aumentar la oferta de transmisión y generación eléctrica, tanto en el SIC como en el SING.
Los grupos ambientalistas mencionados señalan también como parte de sus argumentos que no es posible seguir desarrollando centrales a carbón, que son muy contaminantes. Pero esos mismos grupos se oponen también, a las centrales hidroeléctricas, que son las menos contaminantes. Sólo “aceptan” ciertas energías renovables no convencionales como la eólica, la geotérmica o la fotovoltaica o solar, pero se olvidan que éstas también contaminan, que igual requieren de líneas de transmisión para conducir la potencia y energía eléctrica que generan, y que son más caras y menos competitivas que la generación hidroeléctrica o térmica.
Por lo tanto, debe haber un equilibrio en la matriz energética, donde tengan cabida todo tipo de fuentes generadoras y donde las ERNC puedan ir adquiriendo más relevancia, pero siempre manteniendo la seguridad energética de todos los sistemas interconectados y a precios competitivos.