Columnistas

Retomemos el foco

Andrés Meirovich

  • T+
  • T-

Compartir

Hace algunos meses que estoy viviendo con mi familia en Cambridge, Massachusetts. Mi hija de 4 años tiene la “costumbre” de ponerse zapatos distintos por “choreza”. El año pasado, en Chile, ella insistió mucho que quería ir al colegio de esa forma, así que nosotros no le pusimos problemas. Al ir a buscarla en la tarde, la profesora visiblemente molesta nos comenta que tenemos que fijarnos en la presentación personal de nuestra hija, que leyéramos el reglamento del colegio y que por favor no volviera a ocurrir. Iniciando este año escolar en EEUU (en un colegio público), a mi hija se le ocurrió la misma idea. A nosotros nos dio miedo repetir la mala experiencia anterior, pero fue tanta la insistencia que la dejamos ir como quería. Al ir a buscarla, la profesora me hace a un lado. Para mi sorpresa, me felicita diciéndome que mi hija es muy innovadora, y que siempre busca soluciones “creativas” a los problemas. Me insiste en que le siga fomentando eso.

Ya vamos para el año discutiendo sobre la reforma en educación. Un tiempo absolutamente prudente cuando se está hablando de una gran reforma en el país. El único problema es que el foco ha estado puesto en temas de ideología, política y aspectos económicos más que en lo realmente importante, el cómo hacemos una revolución en la sala de clases para que el alumno que egrese del sistema público pueda competir en un mercado laboral competitivo y global.

El profesor es la figura central en todo esto. Pongámonos un poco en el lugar de ellos. Mala formación, malas remuneraciones y deficiente infraestructura en las escuelas. La mayoría de los profesores están en el aula más de 8 horas diarias, con el desgaste físico y emocional que eso significa, para hacerse de un sueldo apenas digno. No hay posibilidad de mejora cuando no hay espacio para la reflexión ni mejora en los métodos de enseñanza. Menos hay posibilidades de investigar las mejores prácticas que existen en el mundo entero. Y aun así les exigimos que les den a nuestros hijos una formación con innovación, de vanguardia… en resumen de primer mundo. Imposible.

Es necesario volver a las bases. Creo que, por el momento, hay que dejar la discusión de qué hacer con los particulares subvencionados para después, y ahora enfocarse en salvar y dar un nuevo impulso a los liceos públicos, que es donde asiste la mayor cantidad de alumnos vulnerables. El profesor debe volver a ser un formador y no solo un pasador de materias.

¿Cómo hacerlo? Sabemos que las necesidades son muchas y los recursos son limitados. Hay que priorizar. El primer punto que propongo es una modificación completa en las mallas de estudio, que todos salgan bilingües, mejora en las formas de enseñanza (menos pizarra y más método de casos o aprender haciendo) hasta abrirles los ojos a los profesores de que el mundo es una fuente de enseñanza (cosa que no puede saber si no sabe ingles). Es necesario que les inculquen a los niños a soñar. Para esto necesitamos la mejor gente posible ¿Cómo la atraemos? Hace unos años se hizo una excelente medida, que era becar a los alumnos con más de 600 puntos en la PSU. Pero lo anterior tendría mucho más efecto si esa medida va acompañada de un sueldo atractivo para futuros educadores. Seamos honestos, ¿quién en su sano juicio optaría por pedagogía si tiene el puntaje para optar a ingeniería? Solo si las remuneraciones se acercan tenemos alguna opción. Obviamente estas medidas tendrán impacto en el mediano plazo, pero esto es una maratón y no una simple carrera de 100 metros.

Lo más leído