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Seguros y tercera edad: más calidad de vida

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Uno de los principales cambios sociales de las últimas décadas, en Chile y el mundo, es el envejecimiento de la población. Si la esperanza de vida de los chilenos era de 53 años en 1955 actualmente es de 78, lo que es una clara señal de mejoría de las condiciones sanitarias y de vida.



Hoy la realidad demográfica chilena es un desafío para las autoridades en cuanto a cómo atender en materia de salud a esta población de edad más avanzada. En Chile viven 1.800.000 personas mayores de 60 años. Se espera que para 2020 la cifra aumente hasta 3.300.000 y que para 2050 alcance a 5.990.000, año en el cual nuestra esperanza de vida debería ser de 82 años.

Desde 2010, Chile mantiene un porcentaje de población adulta que supera al promedio mundial y somos el tercer país sudamericano con mayor proporción de personas en la llamada cuarta edad, sobre los 80 años. Se proyecta que pronto alcancemos el primer puesto en la región. Según médicos especialistas, el actual nivel funcional promedio de nuestros octogenarios es equivalente a la realidad de nuestros padres a los 70 años. En este contexto, resulta relevante preocuparnos e invertir en calidad de vida.

Es en este punto donde los seguros cumplen un importantísimo rol social, ayudando a garantizar una vejez con una condición económica estable, que será un fiel reflejo de la disciplina de ahorro que la persona haya exhibido durante su etapa activa. El desarrollo económico del país ha permitido un fortalecimiento de la actividad aseguradora, posibilitando la entrada de nuevos instrumentos de pensiones, como las rentas vitalicias variables, actualmente en estudio. Esta herramienta permitirá acceder a las potenciales utilidades de las invesiones, al combinar una renta base con instrumentos de inversión flexibles.

En materia de calidad de vida, los seguros complementarios de salud y catastróficos están apoyando a los chilenos en gastos médicos, para que no afecten el futuro económico de la familia y les permitan acceder a los mejores tratamientos médicos.

La mayor cultura aseguradora de los chilenos facilitará en un breve plazo la oferta de los mismos instrumentos disponibles para mercados avanzados como el de Estados Unidos, donde es posible contar con un seguro para acceder a un acompañante terapéutico, tanto para cuidado médico como compañía. A cambio de una prima mensual, se garantiza el acceso a estos servicios durante toda la vida del beneficiado, previa acreditación de su condición médica.

Las familias también han cambiado y los adultos mayores quieren tener autonomía y una activa vida social. Los seguros que ofrecen la posibilidad de radicarse a cierta edad en una comunidad senior citizen, con condiciones especiales adaptadas para edades avanzadas, son una excelente alternativa.

El que las personas mayores, y nosotros en el futuro, podamos contar con este tipo de seguros nos ayudará a tener una población más autónoma, con menores riesgos y por ende, más feliz y plena. De lo contrario, nos arriesgamos a que el fenómeno de mayor longevidad se convierta en un problema inmanejable para nuestros sistemas de salud y previsión, y en una nueva fuente de pobreza.

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