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Sin derecho a detenerse…

Jaime Iglesis Director Ejecutivo, PatagonLand Investment

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Jaime Iglesis

Los estudiantes tienen derecho a marchar –pacíficamente– por sus ideales. La muy conocida por todos nosotros Señora Juanita tiene derecho a despotricar por la pésima atención de salud que recibe en el hospital público; incluso esa masa rabiosa y anónima que hay tras las redes sociales tiene, al final del día, bastante derecho a descargar su ira contra el gobierno y los políticos tras apagar la televisión.

Lo que definitivamente no puede ocurrir es que nosotros, los empresarios, nos tomemos la libertad de bajar la guardia, "bajonearnos", y en un acto emocional más que racional, empecemos a poner freno a las inversiones en neustro pais, a la marcha de nuestras compañías, a sentarnos en nuestros escritorios mirando sólo nubes por la ventana, más que generar optimismo y confianza en nuestras organizaciones. El Indice de Confianza Empresarial (IMCE) lleva 14 meses a la baja, ubicando a las expectativas empresariales globales en un nivel pesimista. Una sensación que corrió particularmente en el comercio y la construcción e industria.

Esto no puede pasar. Con buena o mala imagen, ninguna persona sensata e informada duda del poder que tienen los empresarios en su rol de impulsores de la actividad económica y del crecimiento. En una economía abierta, global, competitiva, son, lisa y llanamente, el engranaje clave. ¡Y resulta que ahora no confiamos en nuestra economía, en nosotros mismos! Bajar los brazos y no cumplir con nuestro rol fundamental, generando empleo, confianza y mejorando las expectativas es una irresponsabilidad máxima. Mejor entregar las llaves.

No existe manual de management que no diga que los grandes empresarios son aquellos que en las crisis ven oportunidades, que creativamente resuelven situaciones adversas, que llueva o truene se levantan por la mañana, llegan a su "fábrica" y la sacan adelante a como dé lugar, son workaholics, de mal genio y quizás el trabajo les ha robado su vida familiar. Pero nunca, nunca nunca, dan una batalla por perdida. El miedo paraliza y hoy veo a empresarios e inversionistas con miedo.

Debemos adaptarnos a los cambios, enfocarnos en nuestras empresas y seguir apoyando el difícil camino del emprendimiento. Este humilde llamado es a que abramos los ojos, miremos hacia adelante y sigamos construyendo este país, generado empleo e invirtiendo en nuestros proyectos. Porque nosotros, los nuevos empresarios, vamos con otra actitud. Es hora de dejar atrás el pesimismo, generar las confianzas y empujar.

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