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Solvencia de la banca: un activo país

En momentos en que han retornado las señales negativas y los temores de una nueva crisis, como resultado del proceso de desendeudamiento global iniciado con la llamada “Gran Recesión” de 2008, es importante y oportuno analizar la solidez del sector bancario chileno, su capacidad para enfrentar las turbulencias internacionales y los posibles efectos de éstas en la economía nacional.

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En momentos en que han retornado las señales negativas y los temores de una nueva crisis, como resultado del proceso de desendeudamiento global iniciado con la llamada “Gran Recesión” de 2008, es importante y oportuno analizar la solidez del sector bancario chileno, su capacidad para enfrentar las turbulencias internacionales y los posibles efectos de éstas en la economía nacional.

La solidez de la banca chilena ha sido reconocida en diversas publicaciones e informes, tales como Financial System Stability Assessment del Fondo Monetario Internacional (agosto 2011), el Informe de Estabilidad Financiera del Banco Central de Chile (primer semestre de 2011) y el Informe de Competitividad Global 2011-12 del World Economic Forum.

En este último, donde se sitúa al sistema bancario chileno como el sexto más solvente del mundo entre un total de 142 países (tras Canadá, líder indiscutido ya por varios años en el ranking). Más importante que la posición relativa de Chile en este índice, es su nota absoluta: en una escala de 1 a 7 ha mantenido un 6,5 desde antes de la crisis de 2008. Es decir, es un país que ha logrado sostener un claro liderazgo en este frente.

La positiva apreciación de la industria bancaria chilena está sustentada en que sus indicadores de capital sobre activos ponderados por riesgo, los que a junio de 2011 excedían con creces los mínimos exigidos por el nuevo Acuerdo de Basilea.

El informe del FMI afirma en su resumen ejecutivo que “… los bancos (chilenos) están bien capitalizados (tanto en calidad como cantidad de capital), son rentables (...) y los riesgos de fondeo son limitados”.

Para la confección de su informe, el FMI realizó ejercicios de tensión para medir el impacto de shocks adversos en el capital y liquidez de los bancos. Estos ejercicios, en los cuales se simula un aumento en el riesgo de crédito, muestran que el sistema bancario chileno permanecería bien capitalizado, quedando con el cociente capital-total a activos ajustados por riesgo por sobre 10% para todos los bancos hasta marzo de 2013 (última fecha de proyección).

En tanto, los ejercicios de tensión del Informe de Estabilidad Financiera del Banco Central (IEF) muestran que los niveles actuales de capitalización y rentabilidad de la banca le permitirían absorber un episodio de desaceleración del PIB, un aumento del costo del financiamiento en pesos y una devaluación, congruente con el escenario de riesgo externo.

El resultado de estos ejercicios se explica, en parte, porque la deuda externa de la banca nacional es una fuente que financia tan solo el 11% del crédito al sector privado -un nivel bajo en relación a países similares- y representa menos del 9% de los activos del sistema. Por lo mismo, los descalces en moneda extranjera se mantienen acotados incluso a plazos cortos, situación que permitiría limitar sin duda el riesgo cambiario.

En resumen, la solvencia y diversificación de las fuentes de financiamiento que muestra la banca chilena permiten confiar en que, de materializarse un escenario de mayor agravamiento relativo de la situación externa, el sector mantendrá su estabilidad y continuará apoyando el crecimiento de la economía local. De aquí que la solvencia de la banca es un activo país.

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