Columnistas

Sube el volumen

José Miguel Izquierdo

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Si quieres que la gente baile, sube el volumen y apaga las luces. Es muy difícil que las personas sigan tu música sin confusión en los estímulos. Y, sobre todo, se necesita alguien que pierda el pudor y mueva a los demás.

En el concierto público de este año, la Nueva Mayoría quiso hacer bailar al país con el ritmo de proyectos que vulneraron intereses fundamentales de las personas. Así se configuró una paradoja: la centroderecha, con muy poco poder parlamentario y con un gobierno socialista que tuvo una legitimidad considerable entre quienes fueron a votar en 2013, observó cómo se instalaron sus valores tradicionales, sin que ella cumpliera un rol protagónico.

En concreto, se impuso la defensa del crecimiento y del empleo para moderar la reforma tributaria; la libertad de elegir dónde educar a los hijos, para moderar la reforma educacional; y la demanda por más seguridad, a partir del desborde de grupos terroristas y para lo cual se requieren instrumentos similares a los que intentó instalar el gobierno de Sebastián Piñera, pero tuvo el rechazo de la oposición.

Crecimiento, generación de empleo, seguridad y libertad de enseñanza, forman una tríada clásica en el ideario de centroderecha. Y las encuestas coinciden en mostrar que el público está privilegiando esos valores por sobre las políticas públicas que diseña el gobierno.

Los partidos de centroderecha, en este escenario, debiesen duplicar el volumen de sus vocerías para crecer en este escenario. Sin embargo, para obtener réditos de la desorientación oficialista se requieren tres condiciones.

Primero, mantener la moderación del discurso para sintonizar mejor que el gobierno con la estructura de valores del elector medio. Esto implica que los partidos no pueden caer en la comodidad del atrincheramiento, porque los individuos tienden a alejarse de los extremos, de las posiciones maniqueas que ven toda la realidad en blanco y negro.

Segundo, se impone la necesidad de clarificar los objetivos políticos de la centro derecha. Son dos partidos y dos movimientos que están obligados a crear una plataforma que defina si quieren ser mayoría o se conformarán con recuperar unos cuantos cupos parlamentarios para detener la rueda del progresismo. Es decir, el sector debe decidir si tiene vocación de poder presidencial o no.

Y, por último, para cumplir sus objetivos se requiere un diseño explícito y actores leales al plan. Un orden que defina el pulso y el ritmo con el cual quieren reemplazar la música oficialista.

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