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Editorial

Data centers, una oportunidad estratégica

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 17 de julio de 2025 a las 04:00 hrs.

En el nuevo ciclo económico digital, los países capaces de consolidarse como plataformas de infraestructura crítica, particularmente en el ámbito de los data centers, obtendrán ventajas en inversión extranjera, creación de empleos calificados y exportación de servicios. Chile figura en ese mapa con más de US$ 4.000 millones en proyectos en curso y actores globales como Microsoft, Google, AWS y Huawei, operando o construyendo instalaciones en el país. Sin embargo, estar en el radar no basta. Consolidar este rol exige capacidad estatal, reglas claras y una visión que trascienda la suma de iniciativas privadas.

En una economía cada vez más definida por la capacidad de procesar datos, la latencia y la eficiencia energética, el rezago significa perder inversión y también soberanía tecnológica.

El sector requiere de un plan de desarrollo que responda a las necesidades de infraestructura como un pilar, no como una externalidad.

Chile reúne condiciones objetivas para competir en esta industria, entre ellas cuenta con estabilidad, una matriz energética diversificada -más del 60 % proveniente de fuentes renovables- clima templado, una red de 62 mil kilómetros de fibra óptica y conexión internacional mediante cables submarinos de baja latencia. En la Región Metropolitana operan, además, 44 centros de datos, con más de 189 megavatios en funcionamiento, y se proyecta superar los 200 MW en 2025.

Según Cushman & Wakefield, Santiago se ubica en el top 10 de mercados emergentes a nivel global. Pero mientras países como Brasil y México avanzan con políticas fiscales activas, acceso preferente a suelo industrial y marcos regulatorios específicos, Chile sigue enfrentando trabas como la tramitación ambiental extensa, la incertidumbre normativa en zonas urbanas y la presión hídrica no resuelta.

En el país, la concentración de data centers en la zona norte de Santiago ha puesto presión sobre infraestructura eléctrica y disponibilidad de agua, lo que exige soluciones específicas como plantas solares dedicadas y uso de agua desalinizada. Pero el debate no puede limitarse a impactos locales. Esta industria no es solo exportadora, es habilitante y su desarrollo puede abarcar desde inteligencia artificial hasta servicios financieros, logística o minería, condiciones que hacen que su despliegue multiplique su productividad y soporte sectores clave de una economía abierta.

Se requiere, entonces, de una estrategia de desarrollo digital que responda a esta necesidad de infraestructura como un pilar, no como una externalidad. Reglas predecibles, coordinación interinstitucional, formación de capital humano avanzado e incentivos a la eficiencia energética son condiciones habilitantes ineludibles. Proyecciones del BID estiman que la adopción de la nube podría generar más de 8,6 millones de empleos y US$ 195.000 millones en valor agregado para América Latina hacia 2038. Y, en ese marco, el lugar que Chile ocupe dependerá, entonces, de su capacidad de convertir una ventaja potencial en una estrategia de Estado.

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