Editorial

Precio e impuesto a los combustibles

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De manera recurrente y cada vez que las condiciones de mercado determinan alzas importantes en el precio de los combustibles, la agenda noticiosa pasa a ser copada por este tópico. Lo anterior ha sido muy evidente en las últimas jornadas, cuestión alimentada por la expectativa de que este insumo alcance valores récord. Argumentos en contra del funcionamiento del sistema de protección de precios, Sipco, críticas a la magnitud de los tributos aplicados y, por supuesto, variadas propuestas tendientes a atenuar el malestar de los consumidores, en especial de los automovilistas, son característicos en escenarios como el vivido últimamente.



Es en el contexto de estas propuestas que no deja de llamar la atención que aún haya quienes sugieren la disminución o eliminación del impuesto específico de los combustibles, olvidando que este tributo representa sobre US$ 2.300 millones en recaudación y que, pese a la magnitud del gravamen, Chile aún se cuenta entre los diez países con menores precios de las bencinas de la OCDE. Por lo demás, hay que añadir que el alza no es un fenómeno exclusivo de Chile, sino que se trata de una situación presente en el grueso de los mercados en donde el precio se mueve sin distorsiones, y que tiene como antecedente cuestiones concretas como los mayores márgenes de refinación y el mayor precio del petróleo.

Dado lo anterior, urge que los actores involucrados, políticos y técnicos, no pierdan de vista todas las dimensiones en juego y que si se estima que es pertinente revisar aspectos como la diferencia de impuestos entre la bencina y el diésel, u otras, ello se haga en forma responsable y técnica.

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