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Trabajo & Mujeres

Jardines infantiles en la cuerda floja: la realidad de un sector golpeado

Desde la Asociación de Jardines Infantiles y Salas Cunas Particulares señalan que al menos unos 300 establecimientos han cerrado, pero la cifra podría superar los 1.000.

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Por: Carolina León | Publicado: Lunes 23 de noviembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Rifas, retiro del 10% de los ahorros previsionales y ley de protección del empleo, han sido -hasta ahora- al- gunas de las fórmulas que han imple- mentado las dueñas y sostenedoras de jardines infantiles y salas cuna para mantener a flote sus negocios, que se encuentran en un momento crítico debido a los coletazos que ha traído consigo la pandemia del Covid-19.

Si bien varias comunas han logrado avanzar en los procesos de desconfinamiento, no serán muchos los establecimientos de este tipo que lograrán volver a operar. La extensa duración de las cuarentenas en algunas comunas y localidades, más las altas exigencias para avanzar en las fases de reapertura, han significado que diversas empresas del rubro hayan decidido bajar las cortinas de sus esta- blecimientos, de forma permanente.

De acuerdo a datos del Ministerio de Educación (Mineduc), al cierre de 2019, en el país existían 5.451 jardines infantiles y salas cuna -de los que 4.468 funcionaban con financiamiento estatal y 983 con aportes privados-. Pero, según actores del rubro, esa cifra ha variado considerablemente luego de que llegara a Chile la pandemia del Covid-19, y quienes más han sufrido serían los establecimientos privados.

Como la educación parvularia no es obligatoria en el país, el Mineduc sólo tiene información disponible de los establecimientos que reciben recursos del Estado, esto es jardines Junji, Integra y VTF (via transferencia de fondos), no así de los privados. Por lo tanto, de acuerdo a conocedores del tema, fácilmente podrían ser más de 1.000 los establecimientos privados que hayan decidido bajar las cortinas.

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Según la presidenta de la Asociación de Jardines Infantiles y Salas Cunas Particulares, Marcela Olivares -entidad que agrupa a cerca de 600 establecimientos de este tipo-, en el país existen cerca de 2.300 jardines privados, y la realidad financiera de ellos se encuentra en fase crítica.

"Cerca de un 50% de los jardines infantiles de nuestra agrupación han cerrado definitivamente. Yla verdad es que eso aumenta todos los días. Ahora es algo cotidiano ver que un jardín está vendiendo los implementos, su mobiliario, porque ya no puede subsistir y con eso pretende pagar finiquitos y todo lo que pueda", comenta Olivares, señalando que es una realidad que se replica a lo largo del país.

Como agrupación han tocado muchas puertas, e incluso ventanas, y si bien al interior del Gobierno existiría conocimiento de la delicada situación, el respaldo y apoyo ha sido escaso.

"La indiferencia que el Estado ha tenido con la infancia ha sido total, no sólo con la infancia, sino también con el trabajo femenino. Nosotras (las dueñas y sostenedoras) somos en un 98% mujeres, que damos trabajo a mujeres. Representamos una fuerza laboral de 34 mil mujeres en la educación inicial, y diría que nadie se ha preocupado de nosotros, por el contrario, ha existido un ninguneo por parte de las autoridades", criticó, añadiendo que en las reuniones con las autoridades no hubo avances.

El Ministerio de Economía ha monitoreado el tema -junto a sus pares de Educación y de la Mujer, quienes fueron consultados por DF y no entregaron declaraciones-. Desde la cartera, reconocen que el momento que vive el sector es complejo, pero recalcan que la reapertura de las comunas podría ayudar a paliar la crisis.

"Los jardines infantiles están enfrentando un congelamiento de su demanda, pero que es transitorio. En la medida que los contagios disminuyen y avanzamos hacia mayores niveles de normalización de la actividad general, los jardines infantiles comenzarán a ser nuevamente requeridos", señalaron, agregando que existen algunas políticas públicas que podrían ayudar.

Pero Olivares es categórica y acusa que la ayuda ha sido escasa. "Para nosotros, el Fogape no es una al- ternativa, porque los bancos no nos están dando financiamiento. Los pocos que han logrado recibir algo, ha sido por montos bajos, pero sin ingresos, acceder a esa herramienta es solo aumentar la carga financiera".

Desde Economía tomaron esta crítica, y señalaron que los esfuerzos de la cartera "han estado enfocados en que la evaluación de riesgo crediticio para los jardines infantiles incluya sus particularidades, lo cual comenzamos a través de un trabajo con el Banco Estado y luego se fueron sumando otras entidades".

Sin embargo, desde el sector recalcan que el impacto será de proporciones. "No es solo el tema económico, que ya es complejo porque somos empleadores y damos trabajo, acá también está comprometido el desarrollo de los niños. La Unicef habla de un retroceso de 10 años, porque la estimulación a temprana edad es clave, pero parece que eso a nadie le importa", acotó Olivares.

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El sueño se cae a pedazos
". Catalina Romero, Jardín infantil Alma, San MiguelImagen foto_00000002En estos cinco años, habíamos logrado consolidarnos. Llegamos a tenerun máximo de 50 niños, en todos los niveles, y 10 personas que trabajaban con nosotros. Esto no es como cualquier negocio, somos una comunidad, muy cercanos con los papás y mamás. Tenemos grupos de WhatsApp, mandábamos fotos, los padres participaban en nuestras actividades de manera constante. Cuando fue el primer caso en Chile, nos juntamos con las tías después de terminada la jornada. No le dimos mayor importancia, siendo súper sincera, a pesar de todo lo que estaba pasando afuera, porque se veía lejano. 
En la primera semana de marzo todo cambió. Comenzaron a surgir casos todos los días y luego llega la orden del Ministerio de Salud de suspender todo. Primero optamos por turnos éticos, pero después nos dimos cuenta que no podíamos seguir así. Cerramos a fines de marzo. Tuvimos una reunión con las tías, teníamos que ver cómo seguir, qué pasaría con nuestras trabajadoras.
Suspendimos a todo nuestro personal. Fue muy difícil, esta no es una relación de empleador y empleado, hay una relación afectiva. Ellas sabían y conocían la realidad del jardín. La suspensión fue la única opción.
Durante abril y mayo, muchos apoderados nos pagaron la mensualidad, no toda pero un porcentaje, lo que podían. Pero a partir de junio la mayoría dejó de pagar, y no los podíamos obligar, es compresible. El inmueble es arrendado, por casi $1.300.000. Pero el propietario entendía perfectamente lo que pasaba, y nos hizo una rebaja del 80%, solo pagábamos $ 300 mil. Fue un alivio, pero siempre pensando que esto no iba a ser tan extenso. En julio, hablamos con el dueño de la propiedad y le dijimos que ya no podíamos seguir pagando. El dueño también está angustiado, por eso surgió la idea de hacer una rifa, eso nos permitió echarle un poquito de bencina a la máquina que estaba con $ 0, para poder abonar el pago del arriendo y seguir aguantando.
Nuestros trabajadores estuvieron con contrato suspendido hasta agosto, pero como esto no es para siempre, tuvimos que hacer términos de contrato. Fue muy difícil, solo nos quedamos con una tía contratada, que es nuestra mani- puladora de alimentos. Ella el próximo año jubila y encontramos que dejarla sin pega en este minuto era demasiado cruel. No podíamos hacer eso.
Entiendo el tema de la pandemia, pero encuentro que deben haber alterna- tivas. Hay mamás que perdieron el trabajo, pero que tampoco pueden salir a buscar porque tienen a los niños en la casa, no los pueden dejar solos.
Creo que se debería permitir a los jardines infantiles abrir con un aforo menor, con turnos éticos, jornadas más cortas y buscar estrategias, así como se les da estrategia a todo el mundo para que abran. Es la única forma de que las mujeres puedan volver a salir de sus casas a buscar trabajo.
El sueño se cae a pedazos, ya no hay energías. A veces siento que los jardines infantiles no son tema, a nadie le importan. Muchos de los jardines son PYME, muchas directoras trabajamos en sala para ahorrarnos un trabajador, porque a veces no te alcanza y se trabaja con mucha vocación. Siempre se habla de la educación inicial, de su importancia, pero ahora estamos en tierra de nadie.

"Ya no nos proyectamos, no se puede": Zandra Parisi y Manola de la Barra. La Reina.Imagen foto_00000003Desde 2015 somos socias, pero el jardín tiene más tiempo. En ese año partimos con un jardín, y después vimos la posibilidad de abrir una nueva sucursal, cosa que en su momento se veía mara- villoso, pero hoy en día es un sufrimiento. A inicios de este año, entre ambas sucursales, llegamos a tener 100 niños. Eso nos permitía pagar los suel- dos y las leyes sociales de todo nuestro personal holgadamente. Pero llegó la pandemia. Alcanzamos a partir bien. Pero en marzo se suspendieron las actividades. Pensamos que esto duraría un par de semanas y estaríamos de vuelta. Después apostábamos a mayo. Pero la situación se fue poniendo cada vez más difícil. Hoy tenemos 35 niños, y en la segunda sucursal solo dos. Cada fin de mes es un sufrimiento, ahí es cuando los papás nos dicen que ya no nos pueden seguir apoyando y retiran a los niños. 
Para sobrevivir, nos tuvimos que reinventar. Ahora vamos a las casas a llevarle material a los niños, ayudándolos a la distancia, es una fórmula para poder seguir. Como muchos, debimos tomar la decisión de acogernos a la Ley de Protección del Empleo. A 13 de nuestras trabajadoras debimos suspenderlas, porque no teníamos cómo pagar sueldos.
No sacamos nada con proyectarnos más allá. No se puede. Los ingresos son escasos, ocupamos nuestro 10% para pagar cuentas, principalmente imposiciones. Y la verdad es que ahora esperamos que salga otro retiro del 10%, para que podamos subsistir en los meses de enero y febrero, que son los meses más difíciles.
Financieramente estamos con un hoyo, que ahora ya es un cráter. Hay empresas y personas que nos han acompañado mucho, pero otros nos dejaron completamente solos.
Una de las primeras bofetadas que recibimos fue de una entidad estatal, el Ministerio de Desarrollo Social. Teníamos a una pequeña que cumplía con los requisitos para estar en sala cuna. Los pagos desde el ministerio siempre fueron perfectos, ningún problema. Todo estuvo bien hasta junio, cuando nos llega una carta de Contraloría, diciendo que no nos van a pagar más porque no estamos entregando el servicio por el cual ellos nos contra- taron. Nos sorprendió, pero así fue.
Tener dos sucursales ha sido un sufrimiento. Pero nos costó tanto ese proyecto, un jardín construido con amor, respetando las exigencias, que decir que por una pandemia debe cerrarse, es difícil. Duele. No somos las únicas, sabemos de al menos unos 20 jardines que han cerrado. Varios con trayectoria, pero no han logrado sobrevivir. Estamos solos.
Mientras la educación parvularia no sea obligatoria, somos la parte del hilo más delgada. Ahora, hace poco, vimos un poco de esperanza. Nos autorizaron a abrir, pero eso traía un costo, ya que había que adecuar todo. Túneles de sanitización, termómetros, todos los elementos que se necesitan. Es un regreso voluntario, hasta ahora tenemos solo 6 niños, pero aunque son pocos, nos tienen súper contentas. Si nuestros patios se ven con niños, otros niños y padres se pueden motivar a volver. Es la esperanza que queda. El solo hecho de ver sus caritas correr nos tiene muy ilusionadas. Es una luz que se ve.