Brecha laboral femenina: urge una política central que articule esfuerzos
MARCELA PERTICARÁ Directora Departamento de Economía, Facultad de Administración y Economía UDD
Chile enfrenta una paradoja que debe llamarnos la atención: mientras la tasa de fertilidad se desploma y las mujeres alcanzan mayores niveles educativos que los hombres, la brecha de participación laboral permanece obstinadamente amplia. Hoy, según la Encuesta Nacional de Empleo, solo 47,7% de las mujeres trabaja, frente al 65,6% de los hombres, lo que refleja casi 20 puntos de diferencia. Esta brecha no es solo un número, representa talento desperdiciado, familias con menor bienestar económico y una economía que crece por debajo de su potencial. Más aún, desafía las explicaciones tradicionales sobre por qué las mujeres participan menos en el mercado laboral.
La explicación clásica apuntaba a la maternidad como el principal obstáculo. Pero los datos revelan una realidad más compleja: la tasa de fertilidad chilena ha caído dramáticamente, de 2,0 hijos por mujer en 2010 a 1,16 en 2023, sin que esto se traduzca en un aumento proporcional de la participación laboral femenina. Algo más profundo está operando. El factor cultural emerge como clave. Desde la infancia, niñas y niños reciben mensajes diferenciados sobre sus roles futuros, moldeando trayectorias educativas y profesionales.
“Chile no carece de iniciativas para promover la participación laboral femenina. El problema es que destinamos recursos significativos a múltiples programas que funcionan en silos y esta dispersión diluye el impacto”.
Las cifras lo confirman, pues a pesar de campañas públicas y privadas, la matrícula femenina en carreras STEM apenas alcanzó el 19,7% en 2023. Más preocupante aún, el Estudio Longitudinal Social de Chile muestra que 64% de los encuestados percibe un alto nivel de sexismo en el país, lo que se mantiene incluso entre los más jóvenes, sugiriendo que los cambios generacionales no están ocurriendo a la velocidad esperada.
Chile no carece de iniciativas para promover la participación laboral femenina. El problema es más sutil: destinamos recursos significativos a múltiples programas que funcionan en silos, sin una política central que articule esfuerzos. Esta dispersión diluye el impacto. Un ejemplo está en el ámbito de los cuidados, identificado consistentemente como el principal obstáculo para la inserción laboral femenina. El rol cuidador tradicional asignado a la mujer sigue determinando quién se ocupa del hogar, los hijos y los adultos mayores, incluso cuando las mujeres trabajan fuera del hogar.
Coexisten programas que amplían salas cuna y jardines infantiles con otros que entregan subsidios directos a familias, pero operan desconectados. Lo que falta es una política nacional de cuidados que integre educación, salud y trabajo, abarcando tanto la primera infancia como el cuidado de adultos mayores, y que redistribuya equitativamente esta carga entre géneros.
La evidencia refleja que más programas y mayor gasto no son la respuesta si mantenemos la lógica dispersa actual. Lo urgente es transitar hacia una estrategia nacional integrada que articule políticas públicas y privadas bajo objetivos y métricas de impacto comunes. Esta estrategia debe estructurarse en tres ejes complementarios. Por un lado empleabilidad formal: conectar formación, intermediación laboral e incentivos empresariales para crear trayectorias profesionales sostenibles. A elo debe sumarse corresponsabilidad en cuidados: redistribuir roles domésticos y de crianza mediante política pública y cambios normativos, Y también es clave la transformación cultural: intervenir sistemáticamente en educación, medios y espacios públicos para desmontar estereotipos de género desde la infancia.
Chile no puede permitirse seguir desperdiciando la mitad de su capital humano. En un contexto de envejecimiento poblacional y baja productividad, cerrar la brecha laboral de género no es una cuestión de justicia y una necesidad económica impostergable. Necesitamos una política de Estado con visión de largo plazo, recursos coordinados y liderazgo político sostenido. Solo así convertiremos esta tarea pendiente en una oportunidad de desarrollo para todo el país.