Las elecciones del domingo 16 de noviembre abrieron muchas interrogantes respecto de los candidatos que pasaron al balotaje; sin embargo, las distintas coaliciones parlamentarias también dejaron dudas que el abogado y rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, abordó en esta entrevista. El columnista de El Mercurio y ensayista sostuvo algo que pocos se atreven a decir en público: “(Evelyn) Matthei no fue una buena candidata”.
De hecho, el autor del libro “Humanidades: Lo visible y lo invisible”, de editorial Random House, es igual de terminante en su análisis acerca del rol del Gobierno del Presidente Gabriel Boric en el resultado de estos comicios.
- ¿Cómo interpretaría los resultados del domingo?
- Es un fracaso del Gobierno y del discurso que intentó expandir en la sociedad chilena. Para advertir su magnitud es necesario volver la vista atrás. Hace apenas cuatro años inundaban el aire la retórica, levemente poética, de las transformaciones profundas; la muerte del neoliberalismo; la política identitaria y el cambio constitucional, todo eso pronunciado por una generación que se concebía a sí misma como redentora de un pueblo timado por un proyecto modernizador que se estimaba un engaño. Hoy, de eso queda poco y nada como lo muestra el resultado de Jeannette Jara; y lo pone de manifiesto su discurso, especialmente su puesta en escena al final del día de la elección: el retorno al mundo del esfuerzo y del barrio, el abandono del exceso ideológico, un discurso, por decirlo así, a ras de piso centrado en la trayectoria vital de las mayorías populares. El problema es que ese mundo popular ya no es lo que era. También, por supuesto, esos resultados muestran una derrota de la derecha que se presentó como de centroderecha o liberal.
- ¿A qué atribuye el bajo respaldo a Evelyn Matthei?
Son, como todo, el resultado de varios factores. Está, desde luego, un tema de liderazgo. Matthei no fue una buena candidata: el tono desdeñoso, el fraseo genérico, el acento tecnocrático lo muestra. Se suma a ello que la derecha que ella representaba, una derecha vagamente liberal o que semeja serlo, con tintes tecnocráticos, influida por una lógica empresarial (representada por la participación entusiasta, pero obviamente infértil de Juan Sutil), se ha despegado de las expectativas de la ciudadanía que hoy día tiene nostalgia de orden simbólico y físico, de algo más básico y pulsional que no debe confundirse con meros deseos de eficiencia. Esa nostalgia de orden sintoniza muy bien con la base cultural de la derecha que ha tenido siempre como divisa el orden, la autonomía familiar, las formas.
“Matthei no fue una buena candidata: el tono desdeñoso, el fraseo genérico, el acento tecnocrático lo muestra”.
- ¿Cuál diría que es la sorpresa de esta elección?
- Sin duda el desempeño de (Franco) Parisi. Su alta votación muestra que hay una amplia zona de la sociedad chilena integrada por grupos medios, grupos con pasado proletario que alcanzaron un cierto nivel de bienestar (acceso al consumo material y simbólico, diversas formas de autonomía) que hoy sienten amenazado. Esos grupos se despegaron, por decirlo así, de su memoria, la que hasta hace poco los hacía inclinarse por la izquierda. No son grupos contrarios a la modernización, sino grupos que son el resultado de ella y que viven su trayectoria ascendente de las últimas décadas como el fruto de su esfuerzo, grupos sin identidad de clase y proclives entonces a identificarse como clase media que fue el lema de Parisi. Son grupos de ingresos medios o bajos que han erigido su identidad en estos años mediante el acceso a bienes de estatus que les fueron históricamente negados, el automóvil, la elección de escuela, de salud, etcétera. Es difícil que esos grupos se identifiquen sin más con el mundo popular al que, al parecer, apelará sobre todo Jara.
“La derrota de Matthei y el cierre amargo de su larga carrera política es también el fracaso de la derecha que quiso ser liberal sin nunca atreverse de veras”
- ¿Diría que después de los resultados del domingo es un hecho el triunfo de José Antonio Kast en segunda vuelta?
- Nada es un hecho hasta que se verifique; pero no hay duda que tiene grandes posibilidades si mantiene el discurso que hasta ahora ha traído, pone en paréntesis su agenda valórica e integra a su comando más visible al mundo popular, evitando respecto de él cualquier forma de paternalismo al que la derecha tradicional suele ser proclive. Para decirlo en una frase, debe sacar su comando de la Av. Pdte. Errázuriz.
- ¿Qué tendría que hacer Jeannette Jara para mantener la posibilidad de llegar a La Moneda, considerando que la suma de candidatos de la centroizquierda igual no contribuye a aumentar significativamente su cifra de primera vuelta?
- No es muy difícil imaginar lo que hará Jara. Es probable que acentúe su trayectoria biográfica (acentúe la diferente identidad de clase entre ella y Kast, explotando el reconocimiento que su trayectoria vital brinda a las mayorías); se aleje del PC de manera más explícita que lo que ha hecho hasta ahora; sume a cuadros de centroizquierda que despierten confianza; intente despertar la agenda valórica de Kast que causa rechazo en la mayoría; y plantee la segunda vuelta como una disputa contra lo que ella definirá como ultraderecha. Para contrarrestar eso, Kast deberá evitar el paternalismo hacia los sectores populares; subrayar la militancia de Jara y su pertenencia a la actual administración; descartar explícitamente cualquier agenda valórica, etcétera. En cualquier caso es difícil -difícil, pero no imposible o del todo improbable- que Jara obtenga más preferencias que Kast quien atraerá hacia si los votos de Matthei y Kaiser y en una parte muy relevante los de Parisi.
- ¿A quién le quitó Parisi los votos que lo dejaron en tercer lugar?
- A nadie en particular; son votos que nadie interpretaba, esa zona de la estructura social chilena ascendente de las últimas décadas, que no se puede conceptualizar con las categorías tradicionales de clase, por decirlo así, grupos alérgicos al trato paternalista, llenos de autoconfianza e indóciles a los liderazgos más tradicionales y bastante abiertos en lo valórico, lo que podría significar tropiezos para Kast (como ya los tuvo cuando fue derrotado por Boric) si él cometiera el error de pensar que la adhesión que recibió es ideológica.
- ¿Es viable que Jara convenza al electorado de Matthei para el balotaje?
- Pienso que no. Habrá algunos grupos, pero pienso que nada significativo. Las razones de quienes eran votantes de la Concertación, por decirlo así, una pequeña parte de los cuales se inclinaron por Matthei están lejos de la agenda de Jara.
- Se especulaba que entre las tres derechas iban a tener mayoría tanto en el Senado como en la Cámara, pero no les alcanz. ¿Qué pasó para que no se alcanzara esa meta?
Al parecer la falta de unidad fue la causa. Ello fue el resultado del conflicto interno que es habitual cuando se reconfigura un bloque de poder. Antonio Gramsci llamaba bloque de poder, aproximadamente, a un grupo o clase amalgamado con cierta cultura, con un cierto puñado de ideas que orientaban su acción. Las listas separadas eran indispensables para zanjar de alguna forma la cuestión del poder al interior de la derecha y comenzar a constituir un nuevo bloque de poder que es lo que ha ocurrido.
“En cualquier caso, es difícil -difícil, pero no imposible o del todo improbable- que Jara obtenga más preferencias que Kast quien atraerá hacia si los votos de Matthei y Kaiser y en una parte muy relevante los de Parisi”.
- ¿Y la situación de Matthei?
- Es resultado de lo anterior. La derrota de Matthei y el cierre amargo de su larga carrera política -una carrera que nace con la patrulla juvenil, llena de tropiezos en medio de los que alguna vez hirió y otra fue herida- es también el fracaso de la derecha que quiso ser liberal sin nunca atreverse de veras y el triunfo de esta otra menos contemporizadora que esgrime los viejos lemas del orden físico y simbólico que han sido siempre parte de la cultura tradicional de la derecha. Tengo la impresión de que la derecha de republicanos y la de Kaiser han apelado a un anhelo subterráneo que los más liberales no fueron capaces de ver. Entre ellas, el anhelo de cohesión simbólica en torno a la nación, la revalorización de formas de sociabilidad, como la familia, el carácter orientador de la escuela, por las que se siente nostalgia, todas esas formas que cuando se subrayó demasiado al individuo y su autonomía, se dejaron de lado.
- ¿Es, como dicen algunos analistas, positivo que nadie tenga mayoría en el Congreso, porque eso obligaría a la búsqueda de acuerdos?
- Lo que importa en democracia es la deliberación más que los acuerdos, la disposición a oír al adversario y escuchar sus razones. Un acuerdo por la simple razón de que nadie puede imponer su voluntad no es intrínsecamente virtuoso, como es obvio. Así que otra manera de ver esto es que al no haber mayoría pueda haber inmovilismo. Ya veremos.