El domingo pasado, antes de que se sellara el descenso de Unión Española, los hinchas hispanos llegaron al Santa Laura con sus tradicionales camisetas rojas. Pero a diferencia de otras fechas, esta vez muchas poleras tenían un detalle: el logo de SEK -el grupo educacional que los auspicia, ligado al controlador, el empresario español Jorge Segovia- estaba tachado con una cruz negra.
El partido no pudo terminar peor: perdieron 4-2 contra O’Higgins y confirmaron su caída a la Primera B. Es la segunda vez que Unión baja de categoría. La primera fue en 1997, cuando tardaron dos años en volver. Pero hoy el fútbol es diferente y bajar de división significa un descenso sustancial en ingresos. Se estima, según se ha publicado, que el club dejará de percibir cerca de $ 2.000 millones.
Este escenario choca con el presupuesto 2026 al que tuvo acceso DF MAS y que se cerró el 21 de noviembre: en total, estimaban ingresos ordinarios por $ 6.710 millones para el próximo año. Sin embargo, un club que cae a segunda categoría ve mermados sus derechos de televisión, entradas y auspicios.
Unión Española confirma este ajuste financiero a DF MAS: “Como institución estamos en un periodo de análisis, evaluación y conclusiones tras el descenso a Primera B. Este nuevo escenario implica revisar en profundidad diversos aspectos deportivos, financieros y operativos del club. Estamos trabajando internamente para adaptar nuestras proyecciones, ajustar nuestra planificación y definir las acciones que permitan enfrentar de la mejor manera este desafío”.
A pesar de la caída financiera, la escuadra hispana tendrá nuevas vías de ingreso en 2026. Tras varios rumores, el presupuesto presentado ante la CMF confirma que tendrán cancha sintética en 2026, lo que permitirá arrendar más el estadio para conciertos, partidos y eventos. Se estiman $ 360 millones para recitales (cinco más que en 2025), $ 52 millones por partidos, $ 43 millones por encuentros de rugby y otros $ 29 millones en activaciones de empresas.
Además, el presupuesto 2026 considera una reducción del 12% para el cuerpo técnico y un gasto mensual de $ 169 millones para el plantel masculino. En términos de gestión también habrá cambios profundos: “Se realizarán desvinculaciones en algunas áreas administrativas”, se lee en el informe de la Unidad de Control Financiero de la ANFP completado por el club.
Pero más allá de las platas, no son pocos quienes advierten que este revés deportivo pone a prueba el recambio de poder que se gesta al interior del grupo Segovia, en un contexto marcado por rumores de venta que han sido negados tajantemente por el clan.
Mientras la figura de Jorge Segovia se vuelve cada vez más lejana en la gestión de los negocios, sus hijos asumen roles protagónicos. Ambos, de bajísimo perfil, tendrán la misión de gestionar el momento más complejo de la historia reciente del club.
El heredero
Fue en 2008 cuando Jorge Segovia Bonet adquirió Unión Española. Desde entonces, su gestión convive con la crítica permanente de la galería, que cuestiona la distancia física del controlador y la percepción de un manejo desconectado con la realidad del club. Sin embargo, otra facción de la hinchada defiende el modelo: argumentan que fue el único dispuesto a invertir cuando la quiebra era inminente y que, bajo su mandato, se consiguieron hitos como el campeonato de 2013 y la remodelación del estadio.
Aunque Segovia reside fuera de Chile, sigue monitoreando el “minuto a minuto” del club, dicen entendidos. No se sienta en el directorio, pero su círculo de hierro sí: la presidencia la ocupa Santiago Perdiguero Sanmiguel -hermano de su señora, Susana Perdiguero- y, hace ya varios años se sumó a la mesa su hijo: Jaime Segovia Perdiguero.
Chileno, 33 años, Jaime es quien ha tomado la posta en los proyectos de infraestructura tanto del club como del Grupo SEK. Su cargo oficial es director de Arquitectura del holding internacional y, según entendidos, se perfila como uno de los herederos del imperio familiar.
Su ascenso se refleja en la toma de puestos de liderazgo en distintas filiales este 2025. Según documentos del Boletín Oficial del Registro Mercantil español, en abril fue nombrado administrador del Hotel Planas en Tarragona y en marzo asumió la presidencia del Colegio Internacional Levante y un mes antes asumió como timonel del Colegio Eirís. También lidera IUNIT, el centro universitario de SEK adscrito a la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
También participa de la sociedad Proyecto Educativo en Estepona SA, una entidad que protagoniza una controversia en Andalucía. El conflicto, revelado por la prensa hispana, apunta a que la Fundación Antonia Guerrero -presidida por el alcalde de Estepona- planea vender un legado de tierras por cerca de 66 millones de euros, dinero que originalmente debía destinarse a becas para mujeres vulnerables. Sin embargo, de acuerdo a un artículo publicado por eldiario.es, las sospechas apuntan a que esos fondos podrían terminar financiando la construcción de un campus universitario que sería operado por la sociedad de los Segovia.
Apuesta egipcia
Si Jaime es el hombre de los ladrillos, el fútbol y la infraestructura, Mónica Segovia Perdiguero (34) es la encargada del core business: la educación. Desde este año, la profesional -nacida en Santiago, exalumna del colegio SEK y administradora de la Universidad de Miami- asumió la presidencia de la Institución Internacional SEK, el holding que controla más de 20 colegios y tres universidades alrededor del mundo.
Mónica, quien ha pasado por las aulas como profesora de inglés y ciencias, hoy integra los directorios de distintas sociedades del conglomerado en Costa Rica, Inglaterra y Estados Unidos.
Su gestión al mando de SEK arrancó con un hito: el aterrizaje en Medio Oriente. Hace sólo un par de meses inauguraron el Regal Cairo International School en el corazón de la capital egipcia, un proyecto que busca unir la “experiencia internacional de la institución con la riqueza cultural local”. La relevancia de la operación quedó patente en un reciente evento organizado por el rey de España, al que asistieron tanto Mónica como su hermano Jaime.
Ella es la única integrante del clan en la junta directiva de la Universidad SEK en Chile, una institución que ha navegado por aguas turbulentas en los últimos años y que ha estado en la mira de los reguladores nacionales.
El conflicto tocó techo a fines de 2024, cuando la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) rechazó acreditar el plantel. Aunque la universidad logró revertir el fallo ante el Consejo Nacional de Educación (CNED), la tensión persiste.
Pese al ruido, la universidad se defiende en sus estados financieros. En 2024 reportaron ganancias (aunque sin fines de lucro) por más de $ 400 millones. Si bien son números azules, representan una caída respecto al ejercicio anterior: $ 300 millones menos que en 2023.