Jorge Tocornal hijo: “Me habría encantado ser un niño más valiente”
Cuando tenía cerca de 10 años, el hijo mayor del exejecutivo de BBVA, Jorge Tocornal, acusó a su padre de abuso sexual y violación, lo que lo llevó a cumplir una condena de casi una década. Una vez en libertad, el acusador se retractó de su testimonio y se reencontró con el padre, quien murió de cáncer hace dos meses. Ahora, por primera vez, Jorge hijo da una entrevista contando su versión de los hechos. Lo hace en la misma semana en que la Corte Suprema rechazó la revisión de la condena de su padre.
Por: María José Gutiérrez
Publicado: Sábado 6 de diciembre de 2025 a las 21:00 hrs.
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-¿Por qué decidiste dar esta entrevista?
- Decidí hacerlo porque mi papá siempre me protegió y nunca quiso exponerme. Esto lo hago por él y también por mí, porque es mi misión como hijo, después de lo impecable que fue él conmigo.
***
Son las 12:30 del miércoles. Jorge Tocornal Pesce está nervioso. El hijo del exejecutivo bancario que cumplió una condena de 10 años acusado de abusar sexualmente de su hijo -éste- y que murió el 28 de septiembre pasado de un cáncer cerebral -siete años después de que su hijo que lo acusó se retractara de su testimonio-, va a contar por primera vez públicamente su versión de los hechos. Lo hace tres días después de conocerse que la Corte Suprema rechazó 5-0 el recurso de revisión de la condena de su progenitor. Es decir, para la justicia Jorge Tocornal sigue siendo culpable.
Jorge hijo tiene 30 años, es alto, de contextura grande, tiene pelo rubio y ojos claros. Estudia Ingeniería Comercial en la Universidad Finis Terrae, donde además trabaja como gestor de marketing digital. Vive solo.
Durante una hora de conversación, llorará varias veces. Tiene rabia, siente culpa, tiene pena, y está cansado. Se nota una persona fuertemente afectada por lo vivido y por la reciente resolución del Máximo Tribunal. Repetirá que hasta los 21 años, cuando decidió retractarse de su testimonio y reencontrarse con su padre, estuvo “congelado”.
- ¿Cómo se gesta la acusación que hiciste contra tu papá?
- Partió por la separación de mis padres. Uno es chico. Cuando mis papás se separaron, yo tenía como 6 o 7 años y lamentablemente fue en muy malos términos. Yo vivía con mi mamá y con mi hermano.
- ¿Cómo era tu relación con tu papá en esos años?
- A diferencia de lo que muchos podrían haber pensado, él siempre trató de que nosotros fuéramos muy felices. Joaquín (el hermano menor) y yo teníamos muy distintos intereses. Y él se preocupaba, y siempre lo lograba, de que yo lo pasara bien, que Joaquín lo pasara bien. De hecho, yo no recuerdo haber tenido ninguna pelea con mi hermano mientras estábamos con mi papá.
Cuenta que alojaban fin de semana por medio en la casa de él, y almorzaban a veces entre semana. “De repente nos invitaba a una pizzería que quedaba cerca de nuestra casa, que era bien rica. De hecho, mi papá siempre se preocupaba de que comiéramos bien, se preocupaba de nuestros remedios, que no nos faltara nada. Era muy atento y nos trató con un cariño totalmente incondicional”, dice.
- ¿Entonces qué pasó para que tú lo acusaras de cometer abuso sexual?
- En esa época yo tenía 10 años y en el colegio mis compañeros hablaban con palabras que yo no conocía, relacionadas con el despertar sexual. Por mi inmadurez, yo las repetía en mi casa para hacerme el interesante. En esa época, mi mamá cambió por completo y se volvió una persona bastante agresiva e intimidante. Yo le tenía miedo. Yo le tenía mucho miedo. Te estoy hablando de maltratos varios.
- ¿Nunca le dijiste a tu papá que le tenías miedo a tu mamá?
- No.
- ¿Por qué?
- Porque veíamos a mi papá fin de semana por medio. Y a veces nos invitaba a almorzar en la semana y mi mamá nos decía: “Pídanle, díganle que les compre todo”. Porque desde que mis papás se separaron, mi mamá nunca más nos volvió a comprar nada. Uno como niño no entiende, y dice ‘chuta, mi mamá era así y ahora no es así’. Mi mamá se enojaba casi por cualquier cosa. Ella es una persona como irascible, iracunda, súper gritona. Con un estilo bien quitado de la amabilidad y bien brusca.
Cuenta que desde niño era “muy particular”: “Era difícil que yo hiciera amigos porque era súper antisocial. Como me gustaba dibujar, pasaba todo el día dibujando encerrado en mi pieza”.
Partió estudiando en el colegio Everest, luego lo cambiaron al Savia Nueva, en La Dehesa, y de ahí se fue al Lo Castillo. “No me llevaba bien con nadie. Era un niño que para su edad tenía mucha histeria”.
Dice que en el colegio le hacían bullying. “Y yo reaccionaba de una manera súper rara. El bullying hacía que yo gritara. Yo esto lo atribuyo a que en mi casa veía gritos, había violencia en el ambiente. Además me gustaba mucho llamar la atención, figurar y que la gente viera que yo estaba enojado, porque mi mamá nunca me prestó atención”, asegura.
- ¿Cómo llegamos al abuso?
- Resulta que yo llegué a la casa, y dije algunas palabras obscenas. Y la nana me dice “¿por qué dijiste eso? Le voy a decir a tu mamá”. Y me retó. Yo había sido golpeado por nanas también, y mi mamá lo permitía, entonces yo también le tenía temor a la nana. Y entonces ahí por miedo dije “mi papá”. Y de ahí me empezaron a preguntar cosas como para inducirme, una serie de preguntas explícitas. Yo sin entender decía “sí” a todo.
- ¿Qué te preguntaron?
- “¿Te tocó?” “¿Te tocó el poto?” “Sí”...
- ¿Por qué decías que sí, si no era así?
- Porque tenía miedo. Mi mamá no me había creído al principio. Y después habló con mi abuela materna, vuelve y me dijo: “Yo también te creo”. “Pero mamá, tal vez no fue tan así”, le dije.
Con esto de llamar la atención, me empecé a volver un niño hipersexualizado a temprana edad. Entonces mi mamá empezó a sacar provecho de esto.
-¿Pero alguien te abusó sexualmente?
- No. A mí nunca, nunca, me han tocado alguna parte de mi cuerpo sin mi consentimiento.
Jorge cuenta que de ahí lo llevaron a psicólogos, a la fiscalía a declarar, a tribunales. “Y yo sin saber la consecuencia de todo esto”.
- ¿Por qué los psicólogos y los peritajes dijeron que sí había abuso?
- Yo creo que los peritajes psicológicos son super manipulables y alterables. Y como te dije, con los patrones que yo estaba mostrando, mi mamá se colgaba de eso para decir “es que mira cómo está”. Aparte que ella siempre usaba los psicólogos como herramienta.
- ¿Por qué tu testimonio de retractación no es válido para la Corte Suprema? Ellos dicen que hay 11 peritajes que demuestran que sí hubo agresión sexual.
- No recuerdo que me hayan revisado en el Instituto Médico Legal. Nadie revisó mi cuerpo, jamás. Hay testimonios de la nana, de mi mamá, de mi abuela, de psicólogos, y de personas que conforman el núcleo de mi mamá.
- ¿A ti se te dijo “vamos a meter preso a tu papá”?
- No. En cuanto lo sentenciaron ahí me enteré.
- ¿Qué sentiste?
- Una sensación muy dura. Sentí como que me congelé.
- Aun así no te retractaste.
- Yo le dije a mi mamá “mi papá no me hizo nada”. “No, es que sí lo hizo, tú tienes que creerme porque a mí me hizo daño”, me decía mi mamá. Mi hermano me dijo algo cuando esto pasó: “Gracias a ti, perdimos a mi papá”.
- ¿Y qué dijo tu hermano respecto del supuesto abuso del cuál él también habría sido víctima?
- Mi hermano a lo más dijo tres palabras en el juicio. Joaquín tenía 5 años en esa época, yo tenía 10. El testimonio por el cual condenaron a mi papá fue el mío, yo dije que mi papá me había violado, que él nos hacía hacer cosas sexuales con mi hermano. Y todo porque no me castigaran o golpearan. Y al final, terminó el juicio, mi papá se fue preso y seguí siendo víctima de violencia intrafamiliar por parte de mi mamá.
La asfixia
Dice que en los nueve años siguientes no supo nada de su padre, ni trató de ir a verlo a la cárcel. Mientras, asegura que fue víctima de mucho bullying. “Tu mamá es una loca”, “Tu papá es un violador”, cuenta que le decían en el colegio. “Fue una etapa súper dura. Me sentí solo, despreciable. Sentí que no tenía derecho a la más mínima gota de amor”.
Jorge se quiebra.
En su casa el tema no se volvió a tocar, relata. “Yo estaba en mi pieza. Mi hermano estaba en su pieza. Mi mamá en su pieza. Y mi media hermana, que tuvo con el segundo matrimonio, estaba en su pieza. Rara vez comíamos juntos”, cuenta.
- ¿En qué momento empieza tu idea de contactar a tu papá y retractarte?
- Yo me autoconvencí de que mi papá nunca me iba a aceptar por lo que había hecho. Y llevaba una culpa tremenda por toda esta manipulación que me hicieron hacer. Fue mucha frustración, rabia contra mí mismo, depresión severa, mucho daño psicológico. Y además, como yo era una persona muy solitaria, nunca congenié con mis pares. Entonces no tenía un lugar seguro en mi vida. Ni en el colegio podía respirar, ni en mi casa podía respirar. En ningún lado. Y eso te juro que es asfixiante.
Se quiebra otra vez.
“Es asfixiante. Viví una pesadilla por muchos años. Yo nunca creí que iba a poder escapar de la casa de mi mamá”, agrega.
-¿En qué momento decidiste hacerlo?
-Ella me echó de la casa porque empecé a crecer y me empecé a rebelar en contra de ella. Y le insinué que iba a buscar a mi papá, y ahí ella me echó. Me dijo “te vas sin comida, sin techo, sin plan de salud. Me das lo mismo”.
Cuenta que rotó un par de días por casas de compañeros de carrera. En ese momento estudiaba Teatro en el Duoc, antes había comenzado Publicidad. Tenía, dice, cerca de 21 años.
Llora otra vez.
“Sí, me siento culpable por todo esto que pasó, pero yo no lo quería hacer por el placer de fregarle la vida a mi papá, porque yo a mi papá lo adoraba, porque él me trataba bien. Tú dices ‘¿quién en su sano juicio puede meter a la cárcel a una persona que te trataba con tanto amor?’. Yo creo que eso es lo que más me parte. Me cuesta exteriorizarlo porque es algo muy profundo. Yo sentía que estaba muerto. Yo decía en mi interior ‘¡por qué!’ Pero no podía solucionarlo porque tampoco podía escapar”.
Pide tiempo para respirar. Y continúa:
“Perdí a mi papá durante 13 años. Y ahora lo perdí para siempre. No quiero seguir sufriendo más. Estoy chato. Él ya tuvo suficiente, yo ya tuve suficiente. Pero voy a seguir. Y voy a seguir porque es injusto. Voy a limpiar el nombre de mi papá”.
Reencuentro
Jorge Tocornal Babra, el padre, estaba en libertad hacía cerca de un año. El hijo, cuenta, lo googleaba para buscar fotos “y pistas”. Entonces contactó en 2018 a Luis Hermosilla, que había sido el abogado de la causa. “Di toda una declaración, dije la verdad”, relata.
Después de eso, en la consulta del psicólogo Fernando Alliende, muy cercano al padre, se concretó el reencuentro con el progenitor.
- ¿Qué imagen tienes de ese momento?
- Fue increíble. Lo vi y lo abracé altiro. En ese momento me descongelé. El no necesitaba que yo le explicara, lo entendía todo.
Dice que le costaba verbalizar y pedirle perdón. “Cuando no tienes tantas habilidades blandas y no te sabes comunicar, es muy difícil. Mi papá me enseñó a comunicarme, me enseñó a tener una identidad, a trabajar. Yo todos estos años he trabajado y estudiado, yo me gano mi propia plata. A mí no me han mantenido. Mi papá me dijo desde el momento uno ‘yo no te puedo mantener’ y yo acepté porque sé que él estaba haciendo lo correcto”, cuenta.
Padre e hijo tuvieron que conocerse y adaptarse el uno al otro. El hijo era desordenado y descuidado, el padre muy ordenado. “Él fue súper estricto conmigo. Me decía ‘yo quiero prepararte para la vida, quiero que te respeten, quiero que seas una persona querida’”.
El hijo siguió viviendo en la pieza que arrendaba, y el padre en el departamento que le prestó María de la Luz Chadwick, la mujer de Carlos Eugenio Lavín. Tocornal Babra y los Penta se conocieron en Capitan Yáber, y desde ahí se hicieron grandes amigos.
“Al principio sólo almorzábamos un día por semana porque hay todo un proceso de reparentalización que estuvimos haciendo con Fernando (Alliende): que mi papá se acostumbrara a mí, que yo me acostumbrara a mi papá”, cuenta. Después se veían dos a tres veces por semana, una de ella, los domingos.
Cuenta que cuando tenía cerca de 14 años, se cambió -“me cambiaron”, dice- el apellido Tocornal al de su padrastro Letelier. Hace dos años, sin embargo, él ya se presenta socialmente como Jorge Tocornal Pesce y está en trámite, cuenta, para volver legalmente al apellido original. “Mi papá al principio no quería que yo me expusiera tanto con el apellido porque todavía me veía muy susceptible”, asegura.
Este verano, por primera vez vacacionaron juntos en la casa del abogado Alberto Eguiguren en el lago Ranco. Y por primera vez también el hijo celebró su cumpleaños con sus amigos y su padre, juntos.
De Teatro, Jorge se cambió a Ingeniería Comercial en la Finis Terrae. “‘Yo quiero que estudies algo que te que te dé más solvencia’, me dijo mi papá. Y tomé una muy buena decisión. La Finis ha sido como mi segunda casa. Estoy a un año y medio de titularme y trabajo ahí como gestor de marketing digital independiente”, cuenta.
Adiós
El año pasado, Jorge padre empezó a cojear. “Mi papá siempre era de arreglárselas solo, ser autovalente y no cargarle la mano a nadie. Pero ‘papá, tienes que ir a verte’, le decía yo”.
Poco antes de la presentación del libro de su testimonio, Tocornal, la hora de la verdad, el 5 de septiembre de 2024, le contó al hijo que tenía que hacerse un examen para identificar un eventual tumor cerebral. “Casi me morí. ‘Papá, yo creo que tú no tienes tumores’, le decía yo, inquieto. Y él, ‘Jorge, cálmate. Vamos a salir de esta’. Él jamás se mostraba descompuesto frente a mí. Siempre se mostraba fuerte y me daba la seguridad que yo no tenía”, relata.
Dice que vivió con mucha angustia la enfermedad del padre, pero que frente a él se mostró fuerte.
A partir de mayo, cuando el cáncer ya mostraba un fuerte avance y deterioro en Jorge Tocornal, él lo cuidó. “Aproveché cada momento que él podía hablar, porque mi papá empezó a perder primero la movilidad y después el habla. Yo le dije ‘¿por qué te tienes que ir ahora? ¡Después de todos estos años que hemos estado luchando!’ Porque él siempre fue inocente, él nunca me tocó un pelo, luché por él y luchamos juntos. ¡La vida no puede ser tan desgraciada!”.
- ¿Y él qué te respondió?
- “Hijo mío, no toda mi vida fue mala. Te recuperé a ti”.
Jorge llora.
“Mi papá me daba una razón de ser alguien, cuando antes de reencontrarlo no la tenía. A mí me habría encantado haber sido un niño más valiente”.
- ¿Todavía no te lo perdonas?
- No puedo corregir el pasado porque ya fue, pero sí puedo corregir lo que viene. Y si hay una cosa que sé es que voy a seguir luchando por la justicia de mi papá, porque él se lo merece. El joven que ves acá ahora, que es respetado en su núcleo, en su universidad, es querido, es valorado, lo formó él. En estos años, él logro traspasarme su conocimiento, su sabiduría, su educación, sus valores, sus principios.
- ¿Esperas volver a ver a tu hermano?
- A mi hermano lo quiero mucho. Lo que más quiero es estar con él de vuelta, pero no me puedo meter en sus decisiones.
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