De ESG a sostenibilidad ¿dónde queda el péndulo?
Por Gabriel Acuña, líder de sostenibilidad de Deloitte
Después de años de una dirección moralizante de las empresas, hoy el péndulo viene de vuelta. En sesiones de directorio, comités ejecutivos y comités de sostenibilidad me han preguntado lo mismo: "Con todo lo que está pasando (Trump & Co) ¿se acabó el ESG?".
Para ser justos: sí y no. Partamos por distinguir dos aproximaciones sobre el rol de la empresa y su visión de sostenibilidad. Una primera mirada es de corte moral: las empresas deben hacer el bien, según un estándar ético tan nebuloso como imperativo. Por simpleza, llamemos a esta visión ESG.
Una segunda visión ve a la empresa como una organización que resuelve problemas, con el objetivo último de ganar dinero. La empresa hace el bien cuando identifica y resuelve problemas para la sociedad y así crea valor para los accionistas. En esta mirada, la sostenibilidad es un atributo, no un deber: es la capacidad de subsistir en el tiempo. Llamemos a esta mirada, sostenibilidad.
Bajo el ESG, las empresas quedaron atrapadas en una coreografía de reportes sin sentido, sin visión: divulgue su impacto en biodiversidad… aunque opere en el centro de Santiago. Se llenaron de estrategias con metas por letra, sin saber para qué. Memorias eternas, leídas por nadie más que los fiscalizadores. Con razón se agotó la paciencia: mucha ideología, poca utilidad. Y entre confusión y filantropía, el espacio se achicó. ¿Se acabó el ESG? Sigo siendo justo: no.
Hay realidades innegables. Por más que Trump subsidie el carbón, ¿Qué le pidió Trump a Ucrania? ¿Carbón? No. Minerales críticos. Y mientras Estados Unidos está en una dinámica (nominal) de negación a la transición energética, se disputa con China el acceso al cinturón de cobre del centro de África con el Corredor Lobito.
Por otra parte, la última gran inversión de Saudi Aramco, la empresa petrolera más grande -y valiosa- del mundo, fue su flamante división de iitio, y la IPO más atractiva del año fue CATL (US$ 4.800 millones), empresa china que controla cerca del 40% del mercado global de baterías. La transición energética está en marcha y el que no se adapta, se queda.
En un eje centrado en las personas, la población está envejeciendo, y los hábitos de las personas cambiando aceleradamente. A 2050 (ya estamos más cerca de esa fecha que del 2000… aunque cueste creerlo), más del 30% de la población chilena tendrá más de 60 años. Por otra parte, quien se siente en el salón Oval le es indiferente a las comunidades locales, que son vecinas de grandes proyectos y la relación con ellas sigue siendo un requerimiento operacional: la descuidas o la rompes, y las pérdidas serán significativas. Y todavía no hemos mencionado nada de la IA…
Los próximos 25 años no se parecerán en nada a los últimos. ¿Quiénes están listos para navegar lo que viene? Los que entienden su negocio, sus riesgos y sus oportunidades. Pase adelante: la sostenibilidad. No como consigna, sino como estrategia. El péndulo viene de vuelta, sí, pero no para borrar la realidad: las personas siguen pagando por soluciones. Y eso no cambia. El péndulo no se va al otro extremo. Se queda, en el centro, en sostenibilidad.