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Columnistas

Educación financiera temprana, una responsabilidad que no es opcional

Por Ady Beth, CEO de My First Finance #SoyPromociona

Por: Equipo DF

Publicado: Viernes 21 de noviembre de 2025 a las 10:00 hrs.

Tras años liderando la transformación digital en diversas industrias, he comprobado que una organización puede incorporar IA, innovación o automatización para mejorar la operación, pero hay una capacidad humana que sigue siendo determinante: tomar buenas decisiones. Y pocas generan tanto impacto en la vida cotidiana como las decisiones financieras personales.

Hoy muchos jóvenes ingresan al mundo laboral sin comprender cómo funciona un crédito, cómo planificar gastos o anticipar riesgos financieros. Esa falta de educación no solo afecta su bienestar, sino también el rendimiento profesional y la calidad de decisiones como ciudadanos.

He visto cómo esta carencia opera en silencio. Personas que avanzan laboralmente, pero viven con tensión por no saber administrar lo que ganan. Familias que se esfuerzan, pero repiten patrones porque nunca estuvieron expuestas a conceptos básicos de gestión financiera. La consecuencia es directa: más endeudamiento impulsivo, menos ahorro y baja resiliencia.

Si aspiramos a un desarrollo sostenible, necesitamos intervenir mucho antes. La educación financiera debe ser una asignatura en la malla escolar, y no solo un contenido optativo. Es una herramienta para ampliar oportunidades, fortalecer la autonomía y reducir presiones que repercuten en los hogares y también en las empresas.

Desde mi experiencia acompañando procesos de cambio, entendí que no existe transformación real si las personas no cuentan con herramientas para decidir bien, dentro y fuera del trabajo. Por eso desarrollé una iniciativa educativa para acompañar el aprendizaje financiero desde la infancia. Su enfoque combina contenidos progresivos, metodologías activas y herramientas aplicables en la vida diaria, con el objetivo de que niños y adolescentes desarrollen competencias básicas de gestión del dinero y toma de decisiones. La intención no es formar especialistas, sino entregar fundamentos claros y prácticos que fortalezcan su autonomía futura.

El sector empresarial tiene una responsabilidad ineludible. Promover la educación financiera temprana va más allá de la reputación: implica contribuir al desarrollo de comunidades más estables, informadas y resilientes. El impacto corporativo será de largo plazo, pero la urgencia está en cerrar brechas que hoy afectan a millones de familias.

Un futuro más consciente y menos vulnerable necesita este cambio. Es una inversión social que no podemos seguir postergando y es una responsabilidad que compartimos todos.

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