Isabel Ramos Jeldres
Argentina comenzó a aplicar nuevas trabas a las importaciones para proteger a la industria local, con lo que se sumó a las restricciones que anunció Brasil. Los expertos advierten que la nueva oleada proteccionista podría tener un impacto negativo, restando competitividad a la economía doméstica y subiendo las presiones inflacionarias.
A partir de ayer, el gobierno argentino expandió la cantidad de productos que reciben licencias no automáticas de importación en 200 ítemes, con lo que la lista de productos que tienen prohibido “de facto” el ingreso al país, aumenta a 600 bienes.
La decisión fue duramente criticada por los empresarios, quienes advirtieron que la medida afectará principalmente a las PYME. Algunos representantes de la industria automotriz anunciaron que se marginarán del Salón del Automóvil que se realizará en junio, porque no tendrán autos para exhibir, y en el sector textil alertaron que hay telas (como algodones de Egipto y lino) que no se producen en el mercado local.
Según el Ministerio de Industria, la aplicación de licencias no automáticas a 400 productos desde 2008 ha permitido recaudar
US$ 1.550 millones en sustitución de importaciones.
Efectos negativos
El objetivo implícito del gobierno de Cristina Fernández es desacelerar la caída del superávit comercial, que bajó de US$ 16.980 millones en 2009 a US$ 12.057 millones en 2010.
Sin embargo, expertos advierten que las consecuencias de estas medidas no son favorables. Un ejemplo es lo que sucedió con la carne. Hace unos años, Argentina era el mayor exportador de carne a nivel mundial, pero las restricciones a los envíos, para satisfacer la demanda local, destruyeron la competitividad del país, que se convirtió en un importador, explicó a DF el presidente de Ricam Consultoria, Ricardo Amorim.
“Esto complica los planes de aumento de producción de la industria”, reconoció al periódico local La Nación el presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), Diego Pérez Santisteban.
A eso se suma el alza de las presiones inflacionarias. “Cuando se elimina la competencia con el producto importado, hay más espacio para que el productor local aumente sus precios. Si eso pasa en un momento en que la inflación está elevada es aún peor, que es lo que está pasando en Argentina y Brasil”, aseguró Amorim.
Estos países latinoamericanos son sólo dos ejemplos de una tendencia mundial, agregó el economista. “Cuando hay una gran disminución del comercio internacional, al final lo que pasa es que la tentación de proteger a su mercado lleva a todos a terminar en crisis”, como sucedió en los años ‘30, advirtió.
La semana pasada, el ministro de Industria y Comercio de Brasil, Fernando Pimentel, anunció que su país endurecerá los requisitos técnicos exigidos a los productos importados, con nuevas reglas sanitarias, de seguridad y de embalaje, de modo de impulsar a la industria local.
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