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¿Cuánto ha sido el costo para Chile de la guerra comercial entre EEUU y China?

A la espera de que las negociaciones entre las potencias llegue a un buen puerto, las bolsas, monedas y flujos de capital esperan señales de apaciguamiento antes de que termine la tregua.

Por: Pamela Fierro E. | Publicado: Viernes 11 de enero de 2019 a las 04:00 hrs.
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A las 2.26 horas GMT del jueves 3 de enero la sonda Chang’e 4 alunizó en el lado oculto de la luna. Un hito que para algunos confirmó un nuevo orden mundial en exploración del satélite natural de la tierra, liderado esta vez por China. Para otros, se trata de un avance más del gigante asiático en la carrera por lograr la hegemonía tecnológica frente a Estados Unidos, en un marco donde la guerra comercial desatada entre ambas potencias en 2018 no sería más que la punta de un iceberg que amenaza con generar tempestades en las bolsas y hundir en algunas décimas el crecimiento mundial, incluido el de un país pequeño y abierto comercialmente como Chile.

En marzo de 2018 partió la guerra comercial. Entre ese mes y el 26 de julio, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, escribió 69 tuits recalcando la necesidad de reducir el déficit comercial de su país, mediante la imposición de aranceles de importación, donde se involucró a China, además de Canadá, México, la Unión Europea, Rusia, Brasil, Argentina y Japón.

Hasta ahora, han gravado importaciones del gigante asiático por US$ 253 millones, mientras que China, como retalización, ha hecho lo suyo con US$ 110 millones a las compras provenientes de EEUU.

Tras la primera ronda de reuniones efectuada el martes y miércoles pasado, aun cuando no hubo versiones claras de los avances, los ánimos se han aquietado y se espera un nuevo encuentro en el país del norte, antes del término de la tregua, que se acabará en marzo.

Previo a la cita un optimista Trump señalaba que su país estaba recibiendo mucho dinero de los aranceles, mientras que China bajaba su PIB en 38%. Más mesurado, Xi Jinping defendió el crecimiento de largo plazo. Trump no dijo que debido a esta guerra el Dow Jones tuvo un 2018 de infarto, diciembre marcó el mayor desbande desde la Gran Depresión. El rojo tiñó a las principales firmas tecnológicas y automotrices, pues muchas experimentaron fuertes alzas en el valor de sus insumos, lo que redundó en resultados menores a los esperados.

De hecho, por culpa de las menores ventas de iPhone en China, Apple sufrió una mordida de US$ 5.000 millones en sus ganancias.

Xi tampoco acusó recibo de que el PIB de su país en el último cuarto de 2018 podría situarse bajo el 6,5% por las dificultades que enfrentaban sus empresas, y ya en el tercer trimestre había mostrado su menor ritmo de expansión desde la crisis financiera.

Las firmas y los propios consumidores están sintiendo los efectos de la guerra. Sólo en el tercer trimestre de 2018 las ventas de teléfonos inteligentes en China bajaron 13%.

Los líderes chinos se comprometieron con aumentar el apoyo a la economía bajando los impuestos y manteniendo la liquidez, por lo que el banco central recortó reservas por US$ 116.000 millones.

Las tensiones comerciales llevaron ayer a S&P a pronosticar una ralentización en el crecimiento de EEUU, la zona Euro y China, aunque desestimó una recesión en el gigante norteamericano como han especulado algunas voces.

Efectos del fuego cruzado

Mientras las potencias se mostraban los dientes, los mercados bursátiles sufrieron desplomes, gran parte de las monedas se apreciaron y tambalearon los precios de los metales y materias primas.

Para el director de América Latina de Moody´s Analytics, Alfredo Coutiño, la escalada arancelaria ha afectado en la región básicamente en dos variables: mercados financieros y en los precios de las materias primas.

Los volúmenes de exportaciones se mantienen, al menos en las dos grandes economías de la región, Brasil y México que tienen a China y a EEUU, respectivamente, como los principales mercados.

Sobre los flujos de inversión, prosigue el experto, “es posible que estos hayan mermado en 2018, pero posiblemente tiene más que ver con el aún mediocre crecimiento económico de la región”. 

Torpedos al crecimiento

Hasta abril de 2018 el Fondo Monetario Internacional veía un repunte notable del comercio, cuyos motores eran Europa, Asia y EEUU. Daba cuenta del optimismo en los mercados y preveía una recuperación parcial de las materias primas, proyectando una expansión mundial de casi 4%.

Seis meses después su escenario base cambió. El crecimiento ya no estaba equilibrado, los riesgos habían aumentado y la posibilidad de sorpresas positivas se habían disipado. En suma, ajustó su proyección a un 3,7%, 0,2 puntos porcentuales menos que en abril por la guerra comercial. Ahora ha advertido que los volúmenes del comercio se desacelerarán a 4% en 2019 (desde el 4,2% del año pasado y un 5,2% en 2017), por lo que los expertos dan por seguro un nuevo recorte en las proyecciones en abril próximo.

El Banco Mundial tomó la delantera y esta semana recortó su previsión de crecimiento mundial para este año a un 2,9% y restó medio punto a los emergentes.

Para la OMC, en el peor de los escenarios -es decir, un alza generalizada de los aranceles- habría una caída del comercio mundial de 17%, con su consecuente impacto en el PIB.

Chile pierde plata

Chile no ha estado ajeno. La Bolsa de Comercio de Santiago cerró 2018 con una caída de 9%, el peor rendimiento desde 2013, cuando cayó 14%. Y, por cierto, lejos del alza de 34% que logró en 2017, lo que fue atribuido en parte a la tensión China-EEUU.

El peso chileno se depreció 12,9% respecto del dólar.

Pero, sin duda, el mayor impacto lo vivimos de la mano del cobre, nuestro principal producto de exportación.

Para el académico de la Universidad Católica y experto en esta materia, Gustavo Lagos la guerra comercial es responsable de la baja en el precio del metal rojo desde los US$ 3,30, US$ 3,20, US$ 3,10 que se vieron en enero-febrero-marzo de 2018, hasta los niveles actuales. Ayer cerró en US$ 2,68, con una caída de 0,93%.

“Se produjo entre el 6 de junio y un mes después una caída brutal. Es muy difícil que se recupere sin que termine la guerra comercial o que pase a un nivel de menor intensidad”, dice y explica que la sensación en China es que esta situación es mala para los negocios por lo que se ve impactada la infraestructura que es la que mueve al mercado del cobre. Y si China es el mayor comprador de cobre, Chile es el principal vendedor por lo que la relación es directa.

Lagos calcula que la merma en ventas en 2018 por el menor precio del cobre ascendería a US$ 2.500 millones. “Una buena parte de esa cifra son impuestos, por lo que el daño que ha hecho esta guerra es enorme”, puntualiza. “Si el cobre estuviera en US$ 3,20, la tasa de cambio sería muy distinta a la de hoy”, añade.

La guerra comercial llevó a Cochilco a ajustar sus previsiones para el precio del cobre en noviembre, ajustándolo a US$ 3 para 2018 y a US$ 3,05 para 2019.

En términos de tendencia, Lagos comenta que los inventarios de cobre han bajado desde marzo a menos de la mitad, por lo que hay una subvaloración objetiva. “Está muy barato. Al menor cambio, se va a producir un alza muy importante. Esta es una olla a presión con tapón”, advierte.

Por otra parte, China va a poner en marcha medidas de reactivación y eso, independiente de lo que pase con la guerra, va a reactivar el precio del cobre, pero no sabemos de cuánto será ni cuándo comenzará.

Ante este escenario de turbulencias externas y golpes en las materias primas, los expertos han ajustado sus proyecciones de crecimiento para la economía local. A juicio del economista de U. de Chile, Alejandro Alarcón, esta guerra comercial y los ruidos externos habrían restado entre tres y cuatro décimas a la expansión de Chile en 2018 y atribuye a ello el ajuste que hizo el Banco Central en su IPoM de diciembre (pasó de un rango de 4% a 4,5% previsto en diciembre a un 4%).

El ente emisor está atento. Esta semana, la consejera Rosanna Costa dijo en la Universidad de Chile que el entorno de riesgos externos tanto económicos como geopolíticos, cuyo sesgo es la baja, sigue muy presente y exige permanente monitoreo y evaluación.

Mientras los economistas que responden la Encuesta de Expectativas proyectaron una expansión de 3,6% para la economía chilena, cuatro décimas menos que el 4% que ratificaron para el año que recién terminó.

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