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La muerte de Castro genera incertidumbre en Cuba y fuera de ella

En Miami, hogar de la mayor parte de la comunidad de dos millones de exiliados cubanos en Estados Unidos, hubo un júbilo ruidoso.

Por: Marc Frank, en La Habana y John Paul Rathbone, en Nueva York, Financial Times | Publicado: Lunes 28 de noviembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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En Miami, hubo júbilo y celebración por la muerte de Fidel Castro. En La Habana, sorpresa e incredulidad. Y en Washington, incertidumbre sobre si y cómo el presidente electo, Donald Trump, podría reformar la política de Barack Obama de reaproximación hacia Cuba.

En el club nocturno La Tropical en La Habana, una banda de salsa paró repentinamente de tocar la noche del viernes cuando la noticia de la muerte de Castro se volvió pública. Un anunciador se subió al escenario y dijo simplemente: "Fuerza mayor. Tenemos que suspender las actividades. Fidel Castro ha muerto".

"No hubo una respuesta audible. Sólo silencio. Cualquier cubano en la audiencia más joven que yo no ha conocido otra realidad", dijo Ned Sublette, el crítico de jazz de 65 años y autor de un libro de historia de música cubana. "Yo me quedé con la boca abierta. Una mujer se me acercó y me la cerró".

En contraste, en Miami, hogar de la mayor parte de la comunidad de dos millones de exiliados cubanos en Estados Unidos, hubo un júbilo ruidoso. Margarita Fernández, una estudiante universitaria, estaba en su casa cuando escuchó la noticia el viernes. Bajó corriendo las escaleras y llegó a Calle 8, el corazón de la comunidad cubana en Miami, donde había una fiesta callejera programada.

"Hubo abrazos, celebración, bocinazos, todos, jóvenes y viejos, estaban celebrando", contó. "Era increíble. Hubo algarabía".

Escenas similares se repitieron en Miami a medida que la noticia de la muerte de Castro se divulgaba. En tanto, la mañana del sábado, a miles de kilómetros, en Madrid, grupos a favor y en contra de Castro se enfrentaban afuera de la embajada cubana, según testigos.

La muerte de Castro no era una sorpresa. A sus 90 años, pocas veces se le veía en público y, cuando aparecía, sólo era brevemente, viéndose débil y enfermo. Su hermano menor, Raúl, de 85 años, tomó formalmente las riendas del poder en 2008 como presidente y su gobierno había planificado este momento por años.

Mientras amanecía el sábado en Cuba, no se reportaba actividad de la oposición en las calles, ni había signos de una presencia del Estado aumentada, a no ser que se contaran los carpinteros que construían un escenario en la Plaza de la Revolución para un memorial que ocurrirá el martes.

Pero los medios estatales informaban sobre infinitos tributos, incluyendo los nueve días de duelo, la prohibición de la venta de alcohol y las manifestaciones de organizaciones comunitarias vinculadas al Partido Comunista, como la Federación de Mujeres, donde los cánticos de "Viva Fidel" sonaron débiles.
"Cuba se convirtió en un país de personas silenciosas este sábado", tuiteó Yoani Sánchez, editora del sitio web de noticias independiente, 14ymedio.com.

"Es como si todos estuvieran tristes", añadió Anaida Gonzales, una enfermera retirada en la provincia de Camaguey. La muerte de Castro "se esperaba, pero aún así llegó como un golpe".

En medio de la incertidumbre, al menos lo que pasa inmediatamente está claro. El cuerpo de Castro fue cremado el sábado y, luego del servicio memorial del martes en La Habana, sus cenizas se llevarán en procesión hacia el este del país, a Santiago, la segunda mayor ciudad del país, conocida como la "cuna de la revolución". Allí serán dejadas para descansar el domingo 4 de diciembre.

Más allá de los planes memoriales, sin embargo, hay incertidumbre. Cuba y sus 11 millones de personas se encuentran en una posición incómoda. La muerte de Castro llega en momentos en que Venezuela, que enfrenta su propia crisis económica, ha debilitado su ayuda a Cuba. La muerte de Castro también llega en momentos en que la política de reaproximación que lideraba Barack Obama -que ha relajado, pero no puesto fin, al duradero embargo de EEUU- podría ser desechada por Donald Trump.

El presidente electo ha tenido posturas variadas sobre la política de Obama; durante la campaña dijo que la apoyaba pero que buscaría "un mejor acuerdo", y luego prometió "revertir" las decisiones del presidente.
"El momento (de la muerte de Castro) no podría ser peor. Llega cuando la sombra de la incertidumbre en las relaciones futuras con EEUU pena sobre la isla", comentó Peter Kornbluh, autor de "Diálogo con Cuba", una historia de las negociaciones entre Washington y La Habana. "Lo que diga Trump será su primera gran prueba de diplomacia presidencial y podría determinar el tono de las relaciones en el futuro cercano".

El sábado, Trump tuiteó: "Fidel Castro está muerto". En una declaración de su equipo de transición presidencial, añadió, más tarde: "Aunque Cuba sigue siendo una isla totalitaria, espero que hoy marque un distanciamiento de los horrores que se vivieron por tantos años y se encamine hacia un futuro en que el maravilloso pueblo cubano finalmente viva en la libertad que tanto merece".

La muerte de Castro también pone el foco sobre el futuro de las significativas, aunque aún limitadas, reformas económicas iniciadas por Raúl Castro, que ha buscado balancear los objetivos en conflicto de liberalizar la economía de estilo soviético de Cuba mientras mantiene el control estatal.

"Uno se pregunta si un sucesor tendrá la legitimidad requerida para tomar decisiones durasque saquen a Cuba de su calma. Esas decisiones vendrán con una cantidad enorme de dolor transicional", dijo Carlos Saladrigas, un líder cubano exiliado de carácter moderado que apoya la aproximación. "Por otro lado, esto puede ser una verdadera oportunidad para que el presidente Raúl Castro comience a tomar esas decisiones mientras está a cargo. La economía cubana está en las ruinas".

Como enfatizó Bert Hoffman, un observador de Cuba en el Instituto Alemán de Estudios Globales y de Área: "Cuba está entrando al modo 'abrochen sus cinturones'".

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