Matko Koljatic

¿Qué hacemos con HidroAysén?

Ante la mayoritaria oposición ciudadana al proyecto Hidroaysén, que se manifestó en forma potente en las marchas y protestas en contra de...

Por: Matko Koljatic | Publicado: Jueves 9 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.
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Ante la mayoritaria oposición ciudadana al proyecto Hidroaysén, que se manifestó en forma potente en las marchas y protestas en contra de la aprobación del proyecto, da la impresión que el proyecto probablemente no se haga. El barómetro de la opinión pública refleja que cerca de cuatro de cada cinco chilenos opina que Hidroaysén no debe construirse.



Es lógico pensar que en un proyecto que tomará años en construirse, el tema seguirá vigente en la próxima elección presidencial y que este proyecto puede ser determinante en la elección. Si se mantiene la oposición ciudadana en contra de la iniciativa, será difícil para los candidatos presidenciales tomar una posición a favor de éste. Más bien, dado como funciona la política, lo más probable es que todos los candidatos presidenciales tomen una postura en contra, con lo cual, el proyecto estará muerto.

El problema es que Hidroaysén es el mejor proyecto para el abastecimiento eléctrico nacional en el futuro, mirado desde una perspectiva de costos de energía y de capacidad instalada de generación. Las alternativas no parecen mejores, tampoco, desde una perspectiva medio ambiental. Sabemos lo que implica la generación termoeléctrica desde ese punto de vista. La alternativa nuclear no se puede poner sobre la mesa, tampoco, después de lo ocurrido en Japón. Las energías renovables no convencionales, levantadas como alternativa por los ambientalistas, además de sus altos costos, tienen también su lado débil medioambiental. Como decía recientemente un lector en una carta al director de un medio de prensa nacional: ‘prefiero una Patagonia con represas, a un desierto con chatarra’, refiriéndose a las vastas extensiones de terreno que serían cubiertas por los molinos de viento o placas solares en el desierto. Pareciera que Hidroaysén es, entonces, el mal menor.

¿Cómo salir del atolladero?
Pareciera que en tanto no se vuelque a por lo menos un tercio de la opinión pública a apoyar el proyecto, no hay nada que hacer. Por lo mismo, se ha dicho repetidamente en los medios que hay que informar mejor a la ciudadanía, lo que la empresa ha hecho con publicaciones en la prensa en que contrasta con datos las alternativas. ¿Persuadirá una campaña publicitaria de este tipo a la población a cambiar su posición? La teoría de las comunicaciones masivas nos indica que, probablemente, la respuesta es no.

Las comunicaciones funcionan en dos ámbitos -el cognitivo y el emocional. Las campañas publicitarias exitosas, las que cambian las actitudes de las personas, son aquellas que involucran los dos lados del cerebro, actuando sobre los conocimientos, pero también sobre las emociones y afectos. Y en ello, las imágenes son fundamentales. Es evidente que la opinión pública se impactó por las imágenes de los cables de alta tensión frente a las Torres del Paine, una imagen por lo demás falsa, que fue la pieza comunicacional central de la campaña de Patagonia sin Represas.

Por lo anterior, si Hidroaysén quiere persuadir a los chilenos a cambiar su opinión o por lo menos a declararse neutrales, los gestores del proyecto tendrán que considerar cambios sustanciales en su campaña. Además de la comunicación factual, tendrán que desarrollar una ‘imaginería’ que apele a lo emocional.

Una segunda arista son los líderes de opinión. De la teoría de las comunicaciones sabemos que la comunicación funciona en dos pasos; la gente escucha a los que considera referentes. Hasta ahora no ha habido líderes de opinión que se hayan manifestado a favor del proyecto. Sin ellos, la comunicación no funciona.

Los chilenos sabemos de represas y de su impacto medioambiental. En mi opinión personal, grandes centrales como Rapel, Pangue, Pehuenche y Ralco conviven con el entorno en forma que la mayoría de los chilenos acepta y en muchos casos, disfruta, por su atractivo turístico. Ese es el lado emocional sobre el que Hidroaysén pudiera trabajar en su estrategia comunicacional. Si no lo hacen bien en este aspecto, pienso, nos podemos despedir del proyecto.

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