Editorial

Financiamiento en educación superior

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Apenas cumplido un mes en ejercicio, el gobierno ha enviado un proyecto de ley que amplía la gratuidad en la educación técnica, cumpliendo también uno de los compromisos de la segunda vuelta electoral. Surgen dudas sobre la prioridad de esta política y también sobre el mecanismo elegido, especialmente en una situación muy restrictiva de las finanzas públicas.

Es cierto que la educación técnica ha quedado rezagada respecto a la educación universitaria. Además, si se trata de focalizar recursos escasos, parece más razonable subsidiar este tipo de educación que la segunda. Sin embargo, la educación superior, ya sea técnica o universitaria, es en la gran mayoría de los casos una inversión en capital humano muy rentable privadamente, por lo que no parece razonable que su costo deba ser asumido por todos, incluyendo a grupos mucho más vulnerables que los estudiantes. Es evidente que el financiamiento vía crédito contingente al ingreso constituye un mecanismo más equitativo y eficiente que la gratuidad, no sólo por la focalización en el uso de los recursos, sino también en términos de los incentivos a los estudiantes.

Existe además otro elemento importante, referido al hecho de que en un futuro cercano tendremos profesionales y técnicos que han estudiado en forma gratuita, junto con otros que deben destinar parte de sus ingresos a pagar sus deudas de estudio, con lo que no sólo estamos destinando recursos a gratuidad de nuevos estudiantes, sino también generando todos los incentivos a que no se paguen los créditos, con lo que el costo de la política sería varias veces superior a lo que se está estimando.

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