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Agenda Digital, un desafío de Estado

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Recientemente el secretario de Desarrollo Digital, Oliver Flögel, realizó un par de anuncios bastante esperanzadores, como la colocación de 1.000 puntos de WI-FI gratis a lo largo de Chile, la creación de un fondo de inclusión digital, para fomentar el uso de los telecentros (particularmente en zonas rurales), y el sistema educación 1+1, a través del cual el gobierno entregará un bono, co-financiando así la compra de computadores para niños que hoy no tienen acceso a ellos.

Todo esto se encierra en el marco de la Agenda Digital, un mapa de ruta de lo que debe alcanzar Chile, en el corto y mediano plazo, para nivelarse con el estándar internacional ante el que nos comparamos actualmente, principalmente la OCDE, de modo que podamos aspirar concretamente al desarrollo, que hoy se sustenta -esencialmente- en la buena adaptación e interacción con el progreso tecnológico. Definitivamente, ya gran parte de los actores están al tanto de las deficiencias a las que nos enfrentamos como sociedad cuando miramos el desafío del desarrollo, como la falta de capital humano avanzado, la escasez de financiamiento privado a la innovación, las trabas burocráticas al emprendimiento, el cierre de brechas de uso de tecnologías más sofisticadas que se incrementa entre las Pymes y las grandes empresas.

El llamado es a que la Agenda Digital sea considerada una política de Estado, y no de gobierno, que seamos capaces de aunar criterios en algo que todos queremos, un país con mejor calidad, acceso y potencialidad de innovación tecnológica. Por décadas hemos escuchado que Chile no puede, ni debe, ser un país exportador de materias primas, que debemos añadir valor agregado y generar nuevos nichos. Y hoy tenemos la capacidad de hacerlo, existen las herramientas, y los puentes se están construyendo, pero falta la voluntad y la decisión para cruzarlos.

Los avances en la Agenda Digital son esperanzadores, pero hay que dar los pasos que permitan que esta esperanza de hoy se transforme en realidad en un futuro cercano. Y este paso parte por entender que nuestros esfuerzos como país siguen siendo tímidos en este ámbito, sobre todo si nos comparamos con otros países de la región que son dignos de emular como, por ejemplo, Colombia y Uruguay.

El mundo no nos espera, se sigue moviendo. Y si Chile quiere tener un rol preponderante en los próximos años, el cambio debe partir hoy.

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