Andrés Sanfuentes

La codicia y el desprestigio del empresariado

Por: Andrés Sanfuentes | Publicado: Miércoles 7 de enero de 2015 a las 05:00 hrs.
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En el último tiempo ha sucedido una secuela de irregularidades que han afectado seriamente al mundo empresarial chileno: La Polar, las Cascadas, Enersis, el acuerdo de los polleros, Penta, Serrano, Miscuentas.com, las evasiones tributarias a través del FUT, el uso de información privilegiada en Cruz Blanca, CGE y el más reciente de Recalcine-CFR-Abbott, que incluso provocó una acusación de la SEC de Estados Unidos, la cereza de la torta.


La reiteración lleva a intentar una explicación. La más obvia y general es la profundidad que ha tenido el pensamiento neoliberal en la sociedad chilena, con sus secuelas de individualismo, mercantilización y espíritu competitivo, que junto al consumismo caracteriza al país. Una ideología en que las motivaciones económicas priman sobre el resto, donde solo impera el interés personal, en que desplazar al rival despierta el reconocimiento de los iguales.


Otro elemento decisivo ha sido el rápido crecimiento del sector financiero, incluso acelerado por la inserción a un mundo globalizado que también ha experimentado síntomas similares. Este fenómeno ha sido tan intenso que las regulaciones han quedado rezagadas en Chile y en el exterior, sobrepasadas por serias crisis.


En la actualidad los empresarios de referencia han dejado de ser los que construyeron sus fortunas sobre la base del esfuerzo permanente de largo plazo, en actividades productivas diversificadas, del tipo Luksic, Angelini y Matte, los cuales han cedido presencia a la generación de los "chicos listos", mencionada por Andrés Benítez en una crítica columna. La mejor demostración es la presencia aplastante en la prensa de los economistas "overnight", opinando sobre sucesos inmediatos, sin mayores perspectivas de las tendencias de largo plazo y del desarrollo; que buscan hacerse notar más por una "cuña" vistosa que por un pensamiento reflexivo; más por proyecciones pesimistas que por el análisis profundo acerca de los éxitos del pasado y las trabas al progreso futuro; en que los ejecutivos que se muestran como referencia son los que han hecho la mejor "pasada" en el mes.


En ese contexto, están presentes con fuerza la codicia, el afán de poder y la competitividad, como elementos culturales que no son cuestionados, sino admirados en ese estrecho mundo de "los que mandan" y "no quieren ser menos".


Debe mencionarse otro factor ilustrativo: en las Escuelas de Economía y Administración del país, las enseñanzas más demandadas para obtener un magíster o un diplomado son en Finanzas o en "Business" (!) y, por supuesto, las más caras. Sin embargo, si se examinan los currículos de estas disciplinas es muy difícil encontrar algún curso de Ética Social, en que se enseñe que los actos individuales o de una empresa no solo afectan a la persona o la firma, sino también a otros e incluso a toda la sociedad.


Por otra parte, las entidades reguladoras del Estado tienen un preocupante grado de atraso en poner al día sus atribuciones para enfrentar la evolución de los mercados, escasa capacidad anticipatoria y un débil poder sancionador para reparar y castigar los daños de las acciones ilustradas sobre los perjudicados directos y el país en general.


Los hechos que se mencionan han generado un difundido desprestigio del empresariado chileno, especialmente por la escasa autocrítica grupal. Entre las excepciones cabe señalar las opiniones de condena de Andrés Santa Cruz, especialmente valiosas por ser la cabeza de la CPC.


Una de las consecuencias más perniciosas que han tenido los casos mencionados es el efecto negativo sobre el futuro de la internacionalización del mercado financiero chileno, cuya solidez ha sido puesta a prueba por la frecuencia con que los "chicos listos" se enriquecen "haciendo una pasada" a costa de los ingenuos, desinformados o que carecen de información privilegiada. En el actual mundo interrelacionado, las antecedentes se conocen con rapidez, en especial si provienen de un país como Chile, que había sido señalado por su solidez institucional, pero que hoy es mirado con otra atención.

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