Arquitectura del sistema de educación superior
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Hace 30 años, se introdujeron profundas modificaciones a la educación superior en Chile: se privatizó su financiamiento, se limitó drásticamente todo intento de regulación (confiando en que para esto bastaba la mano invisible del mercado) y se introdujeron elementos de diversificación tanto en lo que se refiere al tipo de instituciones como a la forma en que éstas desempeñaban su labor. Si bien durante 1990 se introdujeron elementos regulatorios, a través de la instalación del Consejo Superior de Educación y de la creación de la CNAP, todo intento de modificación de la arquitectura fue impedido por el alto quórum requerido para modificar la LOCE.
Hoy hemos llegado a entender que no basta con hacer modificaciones menores, sino que es preciso analizar la lógica que sustenta la arquitectura del sistema, tomar en consideración los cambios sociales en toda su significación y su impacto en la educación superior y, a partir de allí, definir las transformaciones estructurales que contribuyan a construir una educación superior que esté a la altura de los desafíos actuales.
El diagnóstico es claro al respecto: en ausencia de una capacidad institucional para diseñar políticas de largo plazo, la educación superior ha crecido a partir de los intereses particulares de cada institución, sin articulación ni transparencia. Hoy vemos una profunda crisis de confianza, que surge de la incapacidad del Estado -y del mercado- para velar por la calidad de la educación superior.
Una educación superior pertinente, articulada y capaz de responder de manera eficaz a las necesidades y demandas sociales debe hacerse cargo de atender una población estudiantil diferente, más numerosa pero también claramente distinta a los estudiantes que tradicionalmente ha accedido a la educación superior.
La educación superior, en consecuencia, enfrenta desafíos complejos: por una parte, hacerse cargo de las necesidades de estos nuevos estudiantes, la mayoría de ellos interesados en una formación técnica o profesional; por otra, mantener y reforzar la formación de los estudiantes interesados en el desarrollo académico, la investigación y la expansión del conocimiento, contribuir al desarrollo científico y tecnológico y, por esa vía, promover el desarrollo nacional.
Una mirada a la oferta institucional muestra que ésta no se ha hecho cargo de estos cambios de manera coherente y organizada. Ésta ha crecido y se ha desarrollado en un marco acentuado de mercadización, sin espacios de articulación o cooperación y obligadas a competir por los recursos existentes. Como consecuencia, la oferta formativa tiende a concentrarse en las áreas disciplinarias más rentables, y a crecer y ampliarse en función de la obtención de los recursos necesarios para la subsistencia institucional, sin que sea posible considerar las necesidades reales del entorno o los requerimientos misionales de la institución.
Sostenemos, por tanto, que la actual matriz institucional, desde una mirada sistémica y de largo plazo, resulta ineficiente, insostenible y, muchas veces, paradojal. Esto responde, principalmente, a la ausencia de una institucionalidad pública capaz de analizar la educación superior, definir con claridad las prioridades nacionales a mediano y largo plazo y generar las condiciones de política regulatoria, de orientación y de financiamiento que permitan alcanzar dichas metas en los plazos previstos.
Lo anterior implica repensar el sistema en su conjunto, identificando las necesidades y demandas que provienen de distintos ámbitos y, adicionalmente, redefinir la relación entre el Estado y la educación superior, con el fin de diseñar una arquitectura en que, desde una perspectiva nacional, promueva la equidad, la calidad, la pertinencia y la articulación, como los ejes centrales de un sistema eficaz. Precisamente estos objetivos han estado inspirando a una serie de académicos que conforman Aequalis y, en particular, la Unidad de Arquitectura del Sistema, que durante el primer semestre del año entregará sus propuestas en la materia.
(*) Esta columna fue escrita en conjunto con Francisco Durán del Fierro y María José Lemaitre, jefe de Estudios, y coordinadora de la Unidad de Arquitectura del Sistema, respectivamente, de AEQUALIS, Foro de Educación Superior
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