Camila Sánchez

¿Mi gracia? Ser mujer emprendedora

Camila Sánchez Lecaros Directora de Emprendemos +

Por: Camila Sánchez | Publicado: Jueves 12 de marzo de 2020 a las 04:00 hrs.
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Hace unos días, Tomás Sánchez escribió en este diario la columna “Cuál es tu gracia”, que refleja muy bien mi opinión, y seguramente la de muchos chilenos, sobre una realidad social injusta de nuestro país: el nepotismo y el favoritismo han existido siempre. Desde luego, me niego a justificarlo, y más bien lo atribuyo a un comportamiento propio del ser humano que no sólo es visible en la sociedad chilena.

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Creo, eso sí, que un tema importante quedó en el tintero. Nacer en “cuna de oro” ha sido una realidad que, obviamente, nada tiene que ver con la elección personal, ya seas afortunado o desafortunado, pero existe una penosa realidad social que agrava el cuadro: haber nacido mujer. Y más aún si eres una mujer emprendedora.

Esto podría modificarse con más facilidad si hubiera más conciencia al respecto. La mujer emprendedora, y más específicamente la microemprendedora, vive una de las situaciones más desiguales en nuestra sociedad. Si nos basamos en las remuneraciones de cualquier empleado formal, sabemos que sigue existiendo una brecha (bastante arcaica) de la mujer frente al hombre, que en el emprendimiento se da con mayor fuerza. Según el Ministerio de Economía, “una gran mayoría de los negocios de mujeres se encuentra con ganancias por debajo de los $257 mil pesos mensuales” (año 2018). También dice que las microemprendedoras disponen, proporcionalmente, de menos herramientas y equipos que los hombres en todas las categorías.

Los negocios pequeños en manos de mujeres perciben utilidades por la mitad que los de los hombres: $ 565.665 versus $1 .069.603. Creo que el emprendimiento está subvalorado para este segmento, a pesar de que le ha permitido a la mujer cumplir con importantes objetivos: poder compatibilizar el trabajo con las responsabilidades familiares; aumentar sus ingresos o aportar a la canasta familiar; y desarrollarse laboralmente desde su hogar (45,8% misma fuente).

Sin duda, con los años han sido muchísimos los aspectos que han mejorado en el apoyo y fomento al mundo del emprendimiento en Chile. Sin embargo, las mujeres microemprendedoras son las que menos perciben estos avances. Puede ser por falta de información o incentivos, pero ellas son quienes necesitan mucho más colaboración que cualquiera que se lance a desarrollar su proyecto propio. Primero, porque son una población muy amplia, muchas de ellas dirigen hogares monoparentales y de escasos recursos. Segundo, porque representarían una fuerza importante de trabajo y empleo si su crecimiento fuera de mayor éxito, algo que se está perdiendo.

La mayoría de las mujeres chilenas coexisten con esta realidad, que se suma a la de no tener la gracia de haber nacido en un entorno con privilegios. Parte de la responsabilidad social empresarial es que las empresas se esfuercen por incluir segmentos de este tipo. La desigualdad no se trata sólo de cultura y educación, derechamente se debe apoyar con mayores recursos a quienes juegan en una cancha dispareja y no tuvieron la “gracia” de nacer en Vitacura.

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