Ciudades inteligentes para un crecimiento sostenible y cohesión social
CLAUDIA BOBADILLA Abogada y directora de empresas
El profesor Otto Scharmer, del MIT, advierte que sufrimos tres grandes desconexiones: con el planeta, con los demás y con nosotros mismos. Estas fracturas traen consecuencias graves: agotamiento ambiental, aislamiento social y pérdida de bienestar personal, alimentando ansiedad y soledad. En Chile, esta realidad golpea duro. La encuesta 5C de Cadem (julio 2025) revela que uno de cada tres chilenos se siente solo frecuentemente, con el 27% sin apoyo emocional, siendo los jóvenes los más afectados.
Las ciudades inteligentes, basadas en los principios de conectividad social, urbana y económica de Alfonso Vegara, de Fundación Metrópoli, quien recientemente estuvo en Icare proponen “superciudades” que integran inteligencia humana y artificial (IA) para fomentar estos tres pilares de conectividad, con el fin de estimular crecimiento económico sostenible, movilidad urbana eficiente y conexión social.
“Basadas en la conectividad social, urbana y económica, las ‘superciudades’ integran inteligencia humana e IA para fomentar esos pilares y estimular el crecimiento sostenible, la movilidad urbana eficiente y la conexión social”.
Datos globales muestran que estas urbes aumentan la cohesión social entre 25% y 30% y la confianza interpersonal entre 15% y 20% con espacios verdes y transporte accesible (ScienceDirect, 2020).
Singapur elevó su PIB per cápita en 21% en cinco años (Smart Cities World, 2018), mientras Alicante (España) mejoró la interacción comunitaria en 28% con regeneración urbana. Este diseño urbano inteligente y amable que promueve encuentros casuales con otros en espacios públicos fortalece la cohesión social, impulsando innovación y solidaridad, un antídoto a la soledad. Un ejemplo paradigmático, es el trabajo de años del 3xi, construyendo la relación comunidad, empresas y municipios a lo largo de todo Chile.
En el ámbito de la regeneración territorial con el propósito de convertirse en hubs de innovación, las coaliciones empresa, comunidad, autoridades locales y universidades son un ejemplo esperanzador.
Como lo es el proceso que ha iniciado Huachipato, que considera desde su inicio un diseño con amplia participación ciudadana, levantamiento del conocimiento y talento de quienes habitan el territorio. Todo ello con el propósito de regenerar, gatillar innovación y construir comunidad, aportando a la calidad de vida de las personas y al futuro del país.
Necesitamos muchas amplias coaliciones, que nos devuelvan la esperanza. Esperanza, como aprendí del profesor Marshall Ganz (Harvard Kennedy School), no como algo vago e intangible. Sino que, esperanza entendida como el liderazgo colaborativo, con visión estratégica y capacidad organizativa para producir cambios concretos y reales.
En tiempos de profunda incertidumbre, híper revoluciones tecnológicas y polarización, la invitación es a transformar unidos nuestro país. Sin cohesión social, no es posible el desarrollo sostenible.