Clive Crook

Es hora de ser osado, señor presidente

Las peores cifras de empleo en un año son el escenario para el discurso de Barack Obama al Congreso el jueves...

Por: Clive Crook | Publicado: Martes 6 de septiembre de 2011 a las 05:00 hrs.
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Las peores cifras de empleo en un año son el escenario para el discurso de Barack Obama al Congreso el jueves. Con sus cifras en las encuestas y la economía de Estados Unidos deteriorándose, este podría ser el discurso más importante de su presidencia. ¿Qué debería decir?


Debe ser osado – pero no en el modo que le gustaría a su partido. Debería proponer un nuevo estímulo fuerte, más ambicioso que las medidas mencionadas hasta ahora. Al mismo tiempo, con nuevo e igual énfasis, debería abogar por contención fiscal en el largo plazo. Esto significa alzas de impuestos para la clase media así como para los ricos, y recortes para la Seguridad Social y Medicare. El presidente, finalmente, debe plantearlo.

¿Suicidio político? Ya iremos a eso. Primero lo primero.

Las perspectivas de corto plazo están empeorando. Esperar una recuperación pujante de una recesión inducida por la deuda es un error, pero EEUU no necesita caer en un estancamiento o algo peor. La demanda deficiente sigue siendo el mayor problema. El estímulo fiscal y monetario no pueden resolverlo, pero pueden ayudar. Los costos de endeudamiento para el gobierno son cercanos a cero y la deuda no es tanta como para que no pueda aumentarse – si el Congreso se compromete con ajustes futuros.

Sin esa promesa, el estímulo renovado sería más peligroso (el mercado de capitales podría asustarse) y menos efectivo (hogares y empresas enfrentarían mayor incertidumbre). Mientras más fuerte el estímulo de corto plazo, más firme debe ser el apretón en el largo plazo. El presidente debe explicarlo claramente.

Hecho eso, debe ir más allá de pedir mayores beneficios por desempleo y extender las exenciones a los impuestos laborales, nuevos refinanciamientos hipotecarios a las bajas tasas actuales y un programa de reparación de escuelas. Todo esto se ha sugerido, pero no es suficiente. Se necesita un nuevo estímulo tan grande como el primero junto con, por primera vez, un plan de la Casa Blanca para reforma tributaria y una edad de jubilación más alta.

La política de esto es difícil pero no imposible. Respecto de lo que aceptará la Cámara, seamos claros: nada de lo que el presidente plantee el jueves será bien recibido allí. No es a la Cámara a la que debe convencer el presidente, sino a los votantes. Si Obama puede entusiasmar al país, incluso el Congreso actual cederá – o pagará el precio el próximo año. Obama está fracasando no porque los republicanos se le opongan, sino porque los votantes lo están abandonando.

No puede restaurar su autoridad sólo hablando golpeado. También debe decir las cosas correctas.

Si Obama hace lo que muchos en su partido le piden –dejar de ceder y empujar un programa progresista resuelto- los republicanos terminarán el trabajo en 2012. Los republicanos ruegan (literalmente, espero) por que Obama muestre más decisión en pro de una agenda liberal sin compromisos. Eso les daría un control indiviso de Cámara, Senado y Casa Blanca el próximo año.

Para los demócratas, es un imperativo político y económico combinar nuevos estímulos con planes de gran alcance para restaurar las finanzas públicas.

El predicamento de Obama es obvio: al abordar el segundo punto, se enfrentaría a la base demócrata. El presidente ha ofrecido poca resistencia al deseo del partido de prohibir la reforma de los derechos sociales, confinar los aumentos de impuestos al 3% más rico de los hogares y usar la crisis económica como palanca para un incremento permanente en el gasto público. Individualmente, estas preferencias pueden ser bien recibidas, en conjunto, anuncian incontinencia fiscal. Para recuperar la confianza del electorado, Obama debe dejar atrás esas posiciones.

Lo que sea que diga el presidente esta semana, la política saldrá del congreso y no de la Casa Blanca. En temas fiscales, el poder directo del presidente es pequeño. Pero si logra atraer primero a los votantes, puede mover al Capitolio. Para hacerlo, debe decepcionar a los progresistas de su partido, no siendo tímido, como probablemente será, sino siendo más osado que lo que ellos querrían.

Sea valiente, señor presidente. Un día se lo agradecerán.

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