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Columnistas

Cómo salir de este marasmo

M. Cecilia Cifuentes Directora Centro de Estudios Financieros ESE Business School

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 30 de mayo de 2017 a las 04:00 hrs.

Chile es, sin duda, un caso exitoso de desarrollo. Basta decir que fue el país occidental que más creció entre 1986 y 2013, y que ese crecimiento, contrario a los slogans que se escuchan a veces, llegó a toda la población, ya que hubo también una mejoría en la distribución del ingreso. Este éxito se debió en parte importante a la aplicación de políticas públicas técnicamente bien diseñadas, las cuales mediante un proceso legislativo serio eran convertidas en leyes. Esta constatación no obsta a que se reconozcan también los problemas que enfrentamos en materia de equidad, calidad de educación, imperfecciones del mercado, salud, pensiones, trabajo y capacitación laboral, en un contexto en que además las faltas a la ética ya no parecen tolerables. Felizmente empieza a hacerse cada vez más amplio el consenso técnico sobre cómo avanzar en la corrección de estos problemas.

Hace poco CIEPLAN dio a conocer sus propuestas en materia de pensiones, las que en líneas generales son muy similares a la que plantean instituciones como el CEP, Libertad y Desarrollo o CLAPES, referidas a mayor ahorro individual, postergación del retiro, cotización de independientes y mayores recursos al pilar solidario financiados con impuestos generales. Algo similar se observa en materia educacional, con un consenso sobre la prioridad que tiene la educación temprana, el rol clave de los profesores, la inconveniencia de la gratuidad en la educación superior y la importancia de mantener la autonomía de las instituciones en un modelo mixto de provisión. Sobre cómo avanzar en equidad, es ampliamente aceptada la importancia de la educación de los niños y jóvenes vulnerables y la capacitación de los trabajadores de segmentos bajos. En materia laboral, la importancia de enfrentar los profundos cambios tecnológicos también es ampliamente reconocida. Por último, la sociedad busca ahora mayores estándares éticos, que se deberían traducir hacia adelante en menores problemas de corrupción, colusión y falta de transparencia.

La pregunta que surge entonces es por qué estos mayores consensos no se traducen en políticas públicas, de tal manera de retomar la senda de desarrollo de años anteriores. Sin duda los técnicos debemos hacer mayores esfuerzos por explicar con claridad nuestros planteamientos, pero pareciera ser que los problemas están en el lado político. Son los líderes políticos los que deben reconocer lo avanzado y lo que falta por hacer, y recuperar la llamada “política de los consensos”, aceptando que fue clave en los buenos resultados pasados. La tarea no es fácil, requiere liderazgos claros, que acepten la necesidad de distanciarse de lo que parece políticamente correcto. La reforma electoral hace a priori más complejo el proceso para el futuro gobierno, por lo que el éxito dependerá en un grado no menor de abandonar los complejos contra la llamada “tecnocracia”, reconociendo que un correcto diseño de las reformas pendientes es el único camino posible para que el país salga del marasmo en que nos encontramos.

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