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Cooperativismo y formación profesional

Raúl Novoa

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Raúl Novoa

El movimiento cooperativo ha hecho noticia en los medios nacionales y extranjeros, consolidándose como una alternativa viable para competir en los más diversos campos con otros actores del mercado. En Europa y Estados Unidos, las cooperativas no solo afrontaron correctamente las situaciones de crisis, sino que, además, salieron de ellas definidas claramente como un modelo exitoso para el emprendimiento y los negocios; en Chile, hay miles de ellas que, con distintos tamaños, interactúan en distintos mercados, acomodándose como figuras potentes para el emprendimiento de negocios, la innovación y la incursión profunda en sectores de punta para el crecimiento económico.

Estas experiencias exitosas se dan porque las cooperativas son versátiles y evidencian un espíritu solidario entre sí y su entorno que las anima. ¡Qué más propicio para el emprendimiento y la innovación! 
Pero debemos reconocer una falencia en la formación, sobre todo en aquella profesional y técnica. Al concurrir a las escuelas de derecho, economía, administración, y ciencias sociales, se ve que, no obstante el desarrollo y antigüedad del modelo, después de la década del ‘60, particularmente bajo el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva, en los centros universitarios y de formación profesional y técnica escasamente se habló del modelo. Esta situación crecientemente comenzó a revertirse, observándose el apoyo decidido de las autoridades académicas por incorporar los estudios referidos al modelo en las mallas curriculares, impartiéndolo en cursos, seminarios, tesis o memorias, entre otras acciones, materias en que las que el Foro Empresarial Cooperativo está colaborando con muy buenos resultados a la vista.

Aún hoy cuando los emprendedores y las pequeñas empresas preguntan por la figura jurídica que más se presta al modelo de negocio que les interesa, normalmente, los asesores, recurren, sin más análisis, a las fórmulas clásicas del derecho civil y societario, cuyo catálogo sí han estudiado con prolijidad y admiración. Sin negar la trascendencia de la sociedad por acciones desde el siglo XVIII, se omite el modelo cooperativo como una opción válida, que en sus cimientos incluye la lógica de su principio democrático: un socio igual a un voto, cualquiera sea el capital que dicho socio posea en la empresa cooperativa.

Hay aquí un desafío importante para acometer en conjunto entre el mundo cooperativo y los centros de enseñanza e investigación: estudiar el modelo cooperativo, investigar sus numerosos casos de éxito, dignos de aprenderse.

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