Sarah Russo, a fondo sobre su padre Mauricio Russo, cofundador de Casaideas
Aquí, la hija mayor de este empresario repasa su vida y la de su padre, cruzada por el emprendimiento, con Casaideas. “Con la muerte de mi papá aprendí a ser aún más gozadora. Uno no sabe cómo viene la vida”, dice.
Por: Azucena González
Publicado: Sábado 23 de agosto de 2025 a las 20:00 hrs.

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“Entendí que la manera de poder vivir este duelo era comprendiendo que iba a vivir con mi papá de una manera distinta. Siento que él está de manera diferente. Está en las aperturas de tiendas, cuando llego con un chocolate o me rodeo con gente que lo quiere mucho, que lo ven en mí. Yo creo que él jamás se imaginó el impacto que tuvo. Cuántas vidas él tocó”. La frase es de Sarah Russo Bocic, la mayor de tres hermanos, hijos de Mauricio Russo Calderón, el cofundador de Casaideas, quien creó esta compañía inserta en el mundo del retail y decoración, junto a Claudia Venegas, en 1993.
Russo Calderón falleció en septiembre de 2023, y esta entrevista con su hija Sarah, ocurre coincidentemente el 12 de agosto, el día en que su padre hubiera cumplido 68 años. “Estoy aprendiendo a vivir con mi papá de una manera diferente. Ha sido difícil. Aprendí a gozar la vida. Siempre digo que la vida se disfruta, se goza y se agradece. Es súper importante estar en el presente y agradecerle al día a día. Es tan rápida que a veces uno se pierde en tonteras”, dice Sarah Russo, de 41 y con dos hijos -Yair, de 15 años y Benjamín de 13 años-, quien a lo largo de esta conversación repasa su historia y la de su padre, cruzadas ambas por el emprendimiento y, por supuesto, por Casaideas.
“Es un Mauricito”
- ¿Cómo fue la relación con tu padre?
- Siempre fui papona a morir. Y siempre fui los ojos de mi padre. Supuestamente iba a ser hombre. Pero en el parto, mi mamá (Vesna Bocic) se fue de cesárea de urgencia y mi papá dijo. “Ah. Es niñita. Viene hueveando”. Y cuando me vio salir, dijo “es un Mauricito”.
- ¿En qué momento desarrollaron tanta complicidad?
- Fue cuando mis papás se separaron. Yo tenía 14. Los tres con mis hermanos Ilan y Mirko, nos quedamos viviendo con mi mamá. Mi papá en la casa era estricto, con reglas, permisos, horarios. Me acompañaba siempre a los partidos de hockey, aunque él viajaba mucho. Pero cuando se separó, yo creo que ahí nos empezamos a conocer. Empezamos a salir a comer todos los jueves juntos, los dos. Imagínate lo que es salir con tu papá a los 15 años, los dos solos. No tienes de qué hablar. Pero empezamos a desarrollar esa complicidad. Me acuerdo de haber estado en el restaurant Friday’s, donde había un postre que nos encantaba a los dos, una copa gigante, con brownie, helado y caramelo. Después de un tiempo, cuando mis hermanos fueron un poco más grandes, se incorporaron ellos también a las comidas, e íbamos los cuatro. Era una instancia rica, como en confianza de padre e hijos. De repente, podía ser nefasto y terminar todos peleados o también todos felices. Pero era una conversación distinta. Sólo nosotros. Yo no me había dado cuenta, hasta que falleció mi papá, de lo parecidos que somos.
- ¿En qué te pareces a tu papá?
- En distintas cosas. Soy muy parecida en la forma de disfrutar. El goce. Él era un gozador constantemente de todo, y yo también. No pierdo tiempo enojada, no soy rencorosa. Encuentro que es una pérdida de tiempo absoluta. Y tenemos una personalidad fuerte. A mi papá le decían el demonio de Tasmania. Sí tuvimos experiencias de vida distintas. Mi papá se hizo a pulso. Su mamá murió cuando él tenía 4 años, por lo que tuvo una vida súper dura, una niñez diferente, porque mi abuelo volvió a armar su vida, tuvo otros hijos, y yo creo que todas esas cosas te van forjando esa personalidad y ese carácter también distinto. Mi papá fue a 12 colegios.
- ¿Qué recuerdos tienes de tu papá como emprendedor, dando vida a Casaideas?
- Yo tenía 10 años. Mi papá tenía textiles, porque mi abuelo tenía textiles. Tenía Distexsa primero, y después vino Distexsa Hogar, que eran sábanas, las primeras con diseños de equipos de fútbol y de los monos animados, como Mickey Mouse. También tenía cobertores. Estaban con una calle de diferencia, en Tocornal -donde hoy está Casaideas- y Carmen, donde estaba Distexsa Hogar. Se vendía al por mayor, y por eso mi papá viajaba tanto, porque traía estas colecciones. Me acuerdo de estar en las bodegas. Estaban los rollos de telas, y con mis hermanos saltábamos de una a otra. Después mi mamá puso una tienda en Lo Castillo, se llamaba Home Fashion, ya directo a la calle. Después vino el outlet Maipú. Era una tienda que se llama Casa, un logo amarillo que adentro decía Casa. Nosotros íbamos y me acuerdo que con plumones Pilot escribíamos los precios, rellenábamos y pintábamos en unas cartulinas amarillo fosforescente.
- Ya más grande empezaste a ayudar en la compañía…
- Nunca me obligaron a nada. Eso es súper importante, que ni a mí ni a mis hermanos nuestro papá nos obligó a algo con respecto de Casaideas. Él siempre quiso que nosotros buscáramos nuestro camino. Pero a mí me gustaba ir. A los 13 o 14 años, a las salidas del colegio, cuando venía la época de Navidad, uno juntaba sus luquitas para el verano. Entonces, yo hacía empaque en Lo Castillo. También me encantaba la caja, pero lo que más hacía era empaque, hasta que entré a la universidad. Después hubo otra tienda en el Cantagallo, que era más grande todavía. Y como no se podía registrar la marca “Casa”, ahí surgió Casaideas, cuyo logo fue cambiando.
“Siempre quise tener un café”
Tras estudiar en el Santiago College, del que salió en 2001, la vocación de Sarah Russo se perfilaba para seguir el camino de la gastronomía. “Siempre quise tener un café. Soy súper dulcera y mi papá también, y siento que la cocina reúne en torno a una mesa, pues tiene el concepto de hacer familia. Pero estudiar gastronomía o ser chef, por lo menos en ese momento, era una carrera que no era para una mujer, porque los horarios eran súper exigentes. Y era una época en que todavía había prejuicios con lo que uno iba a estudiar. Yo no vengo de una familia de abogados, pero en el colegio era más humanista. Quise ser asistente social y mi papá me dijo que, como abogada, se me iban a abrir muchas más herramientas”.
Así las cosas, ella terminó matriculándose en derecho en la PUC, estudios que interrumpió para tener a su primer hijo, lo que hizo que la carrera la terminara en la Unab, a la que volvió embarazada del segundo. “Fui a dar mi examen de grado con guagua y después llegué a la Corte a jurar con mis dos hijos. Mi hijo Yair estudiaba conmigo el examen de grado. Yo subrayaba y él subrayaba al lado. Quise terminar la carrera porque cuando uno parte algo, también es importante terminarlo. Es también un ejemplo para mis hijos el decir ‘se puede’. O sea, no me vengan con que no se puede”, asegura, a pesar de que como anécdota agrega: “Prueba que tenía, cabro que se enfermaba. No fallaba. Mi mamá los cuidaba”.
Tras la vida universitaria, trabajó dos veranos. El primero, en el estudio Chadwick & Aldunate, y la segunda vez, fue procuradora en Barros & Errázuriz. Y después hizo la práctica en la Corporación de Asistencia Judicial en Buin, en el área familia, empapándose de la realidad de niños vulnerados. Época de la que hasta hoy mantiene contacto con sus excompañeros y su jefa de entonces, en 2015, con quien vio casos de abuso y maltrato, como abogado ad litem.
Luego, en 2017, Sarah Russo se separó y se dedicó a su rol materno. “Tuve ese privilegio de dedicarme a ser más mamá”, dice.
“Soy Colombia”
- ¿Cómo recuerdas a tu papá como empresario y sus momentos emblemáticos de la compañía?
- Él era el primero en llegar. Mi papá abría la oficina. Me decía “si yo voy a pedir que la gente llegue temprano, voy a abrir”. Por eso, yo abría el colegio. Mi papá me iba a dejar a las 7:10, y el inspector me pasaba un manojo de llaves para abrir sala por sala. Me acuerdo también de la primera apertura en Alto Las Condes, que fue emblemática para él. Me acuerdo que yo estaba en la universidad, y mi papá me mandó a llamar, porque era fin de año y estaba quedando la grande en el empaque, y tuve que partir para ayudar. También me acuerdo lo busquilla que era mi papá. Había que hacer publicidad, pero no había plata. Entonces en la época en que en las tiendas había custodia para dejar bolsos, mi papá dice “persona que venga con bolsas de donde sea, la meten en bolsas de Casaideas”. Entonces, la gente compraba algo que iba en una bolsa de Casaideas, pero todas sus otras bolsas de las cosas que habían comprado en otro lado, también decían Casaideas. Yo pensaba: “qué creativo”. También me acuerdo de la época que abrió Perú y Colombia, que fue un poco más difícil de aperturar. Me acuerdo que le hice un símil con los hijos. Yo ya tenía a mis dos hijos y mi Benja nació con una inmadurez intestinal, pero terminó floreciendo igual. Entonces a mi papá le decía “son hijos diferentes, no todos los hijos son iguales”. A la profesora del Benja le pedí que le hiciera un cartel que dijera “Soy Colombia”. Le tomé una foto y se la mandé. Se murió de la risa.
- ¿Cuáles fueron las épocas más difíciles que recuerdas para tu papá con Casaideas?
- Recuerdo que mi papá casi quiebra y hubo que hacer un convenio judicial. La gente normalmente entraba en un convenio judicial y de ahí te ibas a la quiebra, pero mi papá lo dio vuelta. Hicimos una celebración con todos los colaboradores porque mucha gente trabajó hasta sin sueldo, poniéndole todas las fichas a mi papá. Hicimos una torta. Eso lo organicé con mi abuelo.
“Yo puse mi vida a conciencia en pausa para cuidar a mi papá”
- ¿Quedaron pendientes con tu papá?
- Quedó pendiente un viaje a India, y conocer las ferias de China con él. Siempre pensamos “cuando salgas de la universidad”. Y después yo ya tenía niños. Esos viajes nunca los hicimos. Y a nivel familiar, queríamos hacer un safari con mis niños porque nosotros empezamos a irnos de viaje con él todos los agostos, para su semana de cumpleaños. Pero esperábamos a que fueran más grandes. Por eso, con la muerte de mi papá aprendí a ser aún más gozadora. Uno no sabe cómo viene la vida para adelante. Entonces, aprendí que, aunque uno siempre piensa que tiene tanta más vida por delante y se planifica... Mi papá nunca pensó que se iba a morir.
- Cuando enfermó, ¿tuviste que tomar un rol distinto?
- Mi papá se enfermó en agosto del 2022, y nunca dejó de trabajar. Sólo en el último mes no se metió al directorio. Antes de eso, él estaba en todas, a pesar de que mi hermano Ilan ya estaba de director suplente en Casaideas y no hay directorio que se pierda, siempre está ahí, y además era el abogado de mi papá. Y todo lo que era doctor, remedios, ese cuidado, lo tomé yo. El último mes requirió cuidados 24/7, porque si hay algo que estábamos claros es que esto tenía que ser sin dolor. Yo puse mi vida a conciencia en pausa para cuidar a mi papá. Yo le dije “esto lo vamos a hacer juntos, de la mano, como siempre”. Tengo un álbum, que se llama The Road, que va desde la primera consulta a la que fuimos, hasta el última día que estuvo mi papá en este plano. Así estuvimos, tomados de la mano, siempre. Cada dos meses viajábamos a Houston, donde él se chequeaba, ahí estaba el especialista de estómago. Más los viajes que empezamos a hacer con las aperturas de tiendas. El primero fue en diciembre 2022, en Colombia, Bucaramanga. Fuimos con mis dos hermanos. Después vino otra en Colombia, en Bogotá. Y después, a cinco aperturas en México. Hicimos dos viajes. En el primer viaje a México se abrieron tres tiendas, y en el segundo abrieron dos tiendas. Y en el segundo fui solamente con mi hermano Mirko. Y claro, ahí recorrimos todas las plazas comerciales que había para buscar futuras locaciones.
"Yo le dije “esto lo vamos a hacer juntos, de la mano, como siempre”.
Con tu papá enfermo.
- Todo terreno. Con distintas medidas de precaución, como parches para el dolor.
- ¿Fue un compromiso que asumiste con tu papá representarlo en las aperturas de tiendas?
- Mi papá murió en septiembre de 2023. Ahí tomé la posta en ser como la PR (relaciones públicas) de la familia, e ir a las aperturas de tiendas. Era un compromiso que yo había hecho con mi papá, y que mis hermanos me apoyaron y me siguen apoyando. Yo le había dicho, “voy a ir en tu nombre a las aperturas”. Para mi papá siempre fueron súper importantes las aperturas y yo las fui empezando a vivir con él. Y es alucinante. Ahora entiendo por qué no se quería perder ni una.
- ¿Pero hubo alguna conversación en que quedó explícito ese rol tuyo?
- Nosotros estuvimos en Miami mucho tiempo en junio-julio de 2023, hasta que nos vinimos a Chile y al mes falleció. Y en esas conversaciones, yo le dije: ¿qué quieres que haga yo? Él en cada viaje me ponía en contacto con alguien, y yo iba anotando. De alguna manera me estaba contactando o entrenando. Y para mí era un deleite. Era pasarlo bien con él. Cuando él falleció, me invitaron a la primera reapertura en Colombia. Fue muy difícil para mí esa reapertura en Bogotá. Estaba yendo porque mi papá había muerto. Mi papá casi siempre para las aperturas se vestía con chaqueta azul. Entonces me puse un pañuelo azul y lo uso en todas las aperturas. Es una manera de llevarlo. Y la otra manera que se me ocurrió llevarlo es con los Sahne-Nuss, porque en Casaideas hay una cultura de este chocolate. Mi papá siempre decía que la vida con un chocolate es más feliz, y le fascinaba el Sahne-Nuss. En la oficina de mi papá tenía una estantería llena. Él cortaba los chocolates y se iba recorrer todas las oficinas y los dejaba. Entonces, es una linda manera de llevar a mi papá a todos lados. Empecé a viajar con Sahne-Nuss. Cuando voy a las oficinas, llevo las paletas grandes para que la compartan, y a las aperturas, llevo los chiquititos. Insisto, él no nos exigió nunca nada, a ninguno de los tres. Me preguntó “¿qué te gusta? Le dije “esto lo encuentro alucinante”. Entonces me dijo, “anda, y representa a la familia siempre”. Y fue conversado con mis hermanos también. Las aperturas me encantan, me gusta el trato con la gente, es un rol para mí muy cercano. El tras bambalinas y ordenar la tienda también. Porque detrás de una apertura hay horas sin dormir de mucha gente. Encontré súper importante mostrarlo también. Siento que las aperturas son una fiesta y hay que disfrutarlas.
"Mi papá casi siempre para las aperturas se vestía con chaqueta azul. Entonces me puse un pañuelo azul y lo uso en todas las aperturas. Es una manera de llevarlo".
¿Cómo definirías tu rol?
- Voy en representación de la familia. Me invitan formalmente. Pero siempre digo “yo no soy vocera, no soy embajadora y no pretendo tampoco serlo”. La lógica es que el gerente de un país que ha hecho un esfuerzo tremendo para poder sacar el presupuesto y abrir una tienda, pueda salir con bombos y platillos. No podría yo llevarme esa gloria.
- ¿Te gustaría tener un rol más directo, formal a nivel ejecutivo o directivo? ¿Es algo proyectado para el futuro?
- No, no está en mi futuro o proyectado. Soy parte del G100, que me fascina. En el mundo del emprendimiento me encantan esas mentorías. Me invitan a charlas. Continuar el legado de mi papá, pero continuarlo a mi manera. A mí no me acomodaría tener un cargo formal. Y tenemos en el directorio a nuestra directora María Dolores Lasen.
- ¿Cómo fue ese proceso de dar con ella?
- Mi papá estaba vivo todavía. Cuando la conocimos, ella nos hizo sentido de inmediato. Ninguno de nosotros tres estaba en la operación diaria. Entonces, era de toda lógica tener un tercero que tuviera conocimientos, ya sea financieros, de directorio, una serie de cosas, para poder representarnos de manera adecuada ante una mesa directiva.
- ¿Cómo tu papá llegó a María Dolores?
- Me acuerdo que puso a distintas personas de su confianza a buscar gente. La entrevistamos nosotros y ella enganchó con nosotros de manera inmediata. Ella es increíble. Una mujer inteligente, minuciosa, matea, espectacular. Estamos súper contentos con ella.
- ¿Cómo visualizas el futuro de Casaideas?
- Siempre creciendo más. Es una marca tan querida por la gente que yo siento que mientras estemos en más lugares, es más lindo. Más de color se llenan las casas. Entonces ojalá seguir creciendo y llegar a más lugares donde no se ha llegado.
- ¿Mauricio Russo tenía algún sueño en ese sentido?
- Hablaba de Sudáfrica. Yo no sé si lo tiraba como broma. De verdad creo no hay nada como Casaideas, en ningún país. Entonces, con mayor razón, ojalá que llegue a todos lados. Porque es un concepto lindo, noble, generoso. Porque es asequible, funcional. Ojalá estuviera en todas partes del mundo.
- ¿Cuál crees que fue el legado que dejó tu papá?
- Creo que dejó varios legados. En el mundo del emprendimiento él dejó un legado muy grande en cuanto a su generosidad con el conocimiento y a su transparencia. Él siempre fue alcanzable. Se tomaba un café con todo el mundo. Estaba a una llamada de distancia. Y siempre donando muchísimo. Mi papá me decía “hay que donar con las manos calientes”. O sea, en vida.
- ¿En el futuro, te imaginas a Casaideas siempre en la familia o te abres a una eventual venta futura?
- No lo tengo en mi radar. Pero tampoco se descarta. No sé lo que viene para adelante. Y siento que eso es algo que he aprendido con mi papá. Finalmente, la vida se disfruta y se goza ahora. Entonces, si me preguntas dónde te ves en cinco años más, ojalá viva y pasándolo bien.
Starbucks y Sarah’s Market
Aunque no estudió gastronomía, Sarah Russo no dejó de lado aquella vocación. Mientras estaba en segundo año de universidad, trabajó part time en Starbucks, como barista, en la segunda tienda que abrió esta compañía en Chile, en el Portal La Dehesa.
Y más tarde tuvo su propio emprendimiento, Sarah’s Market. “Nosotros somos una familia judía. En el Shabbat se hace un pan trenzado que se llama Jalá. Y cuando hice mi Bat Mitzvá, a los 12 años, aprendí a hacer este pan trenzado. Después, cuando mi hijo entró al colegio, los papás me empezaban a pedir y empecé a ir al colegio de mi hijo con un bolso con ruedas. Y de repente empecé a hacer más y ya iba al colegio con más de 100, vendiendo en camioneta. Después sumé brownies y alfajores, todo hecho por mí en mi casa. Después hice mi primera importación de productos kosher, y vendía online. Y en 2022 abrí un local en Las Condes, en la Plaza San Enrique”, cuenta sobre este emprendimiento que cerró luego de que falleció su padre. “Yo digo que no lo cerré con candado, porque no sé qué va a pasar más adelante”, dice.
Ahora está inserta en el ecosistema emprendedor como parte del G 100 y dando charlas. “Ahora me voy a México a una feria de retail, voy a estar en un panel allá hablando de esto, el 28 de agosto”, narra.
- ¿Cómo se dio tu incorporación a instancias de mentoría y el G 100? ¿Heredado de tu papá?
- Heredado en el sentido de que me empezó a escribir gente. Y me vino ese síndrome del impostor. ¿Qué le podría decir yo a las personas? Pero se fue dando de manera súper orgánica. El único lugar que me hacía mucho sentido ser parte fue el G 100, porque mi papá le puso la C de cariño a los pilares del G 100. Me sentía en casa estando ahí. Además, cuando mi papá falleció en septiembre, venía el Emprende Tu Mente, en que hicieron dos cosas. Plantar un olivo, que lo hizo Dani Daccarett, y me preguntaron si podían hacer la Copa Mauricio Russo, y me invitaron a ser jurado y a entregar la Copa. Me gusta mucho ir de speaker a distintos lugares. Siento que hay un mensaje que me gusta traspasar con respecto a las personas y que poco se habla de eso. Lo heredé de mi abuelo y de mi papá, de poner foco en la gente. He tenido la suerte de ir invitada a universidades. De ahí van a salir líderes y van a ser jefes, y les digo “tienen que ver qué tipo de jefes van a querer ser”. Uno no viene a esta vida así nomás. Uno viene a esta vida a dejar un legado. A cambiar algo o a mejorar algo.

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