Crecimiento y descontento: la importancia del “cómo” crecemos
Las cifras entregadas la semana pasada por el Banco Central confirman que la economía chilena completó dos años sucesivos de alto crecimiento...
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Las cifras entregadas la semana pasada por el Banco Central confirman que la economía chilena completó dos años sucesivos de alto crecimiento (6,1% en 2010 y 6% durante 2011). Esto ha permitido impactar positivamente en tres variables fundamentales en la calidad de vida: consumo, empleo y remuneraciones.
Ante este escenario, aparecería como paradojal el nivel de movilización y presión ejercida por distintos actores sociales durante el último año. En efecto, los mayores estallidos de descontento suelen producirse en épocas de crisis económica.
¿Cómo podemos explicar las imágenes de calles “intervenidas” por manifestantes, en diversas escalas y con distintas consignas cuando estamos en uno de los períodos de mayor prosperidad? Más aun, ¿cómo entender que las manifestaciones puedan llegar a tal extremo de amenazar esa prosperidad?
Tal vez, parte de la respuesta la encontraremos en la importancia que asume el “cómo crecer” y no sólo en el “cuánto”.
A fines de los 90, tras crecer por más de una década por sobre el 7%, el PNUD alertaba sobre este tema, afirmando que Chile mostraba un buen desempeño en su esfuerzo por elevar el “nivel de vida”, pero con falencias importantes en el “modo de vida”. Más allá del innegable mejoramiento de las condiciones materiales, las personas expresaban descontento y frustración con la forma en que vivían.
En un reciente estudio de Acción RSE, líderes de opinión de los más variados perfiles coinciden en señalar que el principal desafío de nuestra sociedad está en la inclusión social. Esto involucra enfrentar las grandes desigualdades de ingreso. Pero es más que eso. Es acoger la necesidad de sentirse parte de una sociedad que respeta y valora por igual a todos y cada uno de sus miembros, independientemente de su origen y condición. Es el anhelo de formar parte de una comunidad humana que se interesa en la felicidad de todos.
Podemos aventurar la hipótesis de que, mientras mantengamos los actuales niveles de exclusión, en este sentido amplio e integral, la indignación no va a retroceder por mantener un elevado ritmo de crecimiento. Llegó el momento de hacernos cargo de este aspecto cualitativo de nuestro desarrollo.